sábado, 17 de agosto de 2013

POR UN MUNDO NUEVO


Quisiera nacer a un mundo nuevo, quisiera que mi hijo estuviera naciendo, no a un mundo preestablecido, no a un mundo plagado de repeticiones de los mismos errores, plagado de la tergiversación de los valores, no a un mundo en el que se trastoca el amor por el odio, la verdad por la mentira, la paz por la violencia, la libertad por la servidumbre, la educación por la ignorancia. Quisiera nacer a un mundo renovado. Quisiera que mi hijo estuviera naciendo a un nuevo mundo, no a un mundo que te obliga y te incita a la medianía, no a un mundo que sólo te deja la opción de lo menos malo, no a un mundo en el que todas las opciones son deficientes, en el que ninguna de las opciones te lleva a encontrar el país que buscas, el país que quieres, el país que necesitas, el país que mereces. Quisiera Nacer a un mundo transfigurado y quisiera que mi hijo estuviera naciendo a un mundo mejor, no a un mundo dividido, no a un mundo asustado, no a un mundo mercenario, no a un mundo conformista, no a un mundo autodestructivo, no a un mundo miope, no a un mundo monocromático, no a un mundo simplista.

Y por más que quiera o quisiera he nacido a este mundo y mi hijo está naciendo a este mundo, en principio preestablecido, en principio tal como es. Es mi deber como ser político y mi derecho como ciudadana cuestionarlo, y mi responsabilidad como madre orientar a mi hijo en lo propio.

A lo largo de estos años, desde que nací como mujer integrante de una familia, de una comunidad, de un país; desde que he desarrollado una identidad, un lenguaje, unas costumbres y una cultura propias, he entendido mi ser político, mi ser social y mi ser religioso. Quien se asuma como apolítico muestra una postura y una actitud un tanto adolescente e inmadura, puesto que ningún ser humano humanizado es ni puede ser ajeno a la política. En todo caso lo que podría alguna persona es no ser o no mostrarse proclive hacia una ideología o tendencia política. Y también pudiera en algún caso negarse a cumplir con un deber o ejercer un derecho, sobre todo por aquello del libre albedrío.

Este ser humanizado, este ser político, que nace en la medida que se hace consciente de su humanización, de su integración a un grupo social y de su proceso de identidad, va desarrollándose, va formándose, va madurando a lo largo de su vida. Y ese grupo social al que se integra y con el que se identifica va desarrollándose, formándose y madurando junto con él. Ha de ser por esto que se suele afirmar que cada país tiene el gobierno que se merece.

Nací en el año 68, diez años habían pasado del movimiento cívico militar que derrocó al  gobierno de Marcos Pérez Jiménez. Comencé a ejercer mi derecho y mi deber ciudadano, comencé a votar, 20 años después, voté por primera vez en el año 88. Viví mi infancia y mi adolescencia dentro del marco político de los gobiernos adecos y copeyanos, quienes fueron ejerciendo alternativamente el poder de la presidencia en nuestro país. Y durante estos años también vi a personajes como José Vicente Rangel y Teodoro Petkoff ser los eternos candidatos de los partidos PCV y MAS, quienes no lograban ganar ni una sola contienda política y ni siquiera recibir una cantidad significativa de votos. Era una época en la que el tarjetón electoral estaba repleto de partidos políticos (URD, MEP, CAUSA R, entre otros), cada tarjeta con un rostro diferente, era una época en la que el proceso eleccionario sólo ocurría una vez cada cinco años y realmente no recuerdo que la suspensión de clases fuera mayor a uno o dos días (tal vez mi memoria me falle en esto).

En mi casa se hablaba de política, mi padre fue un hombre sumamente crítico y cuestionador y nunca mostró afinidad por un partido político en particular, mi madre copeyana hasta el tuétano, pero nunca militante, sólo en el ejercicio del voto, no de carnet, sólo de corazón. Mis hermanos mayores de la izquierda, su voto para el PCV. Yo siempre fui anti copeyana y anti adeca, siempre en busca de una mejor opción, de una opción que me mostrara la posibilidad de un mejor país. Viví, estando en Caracas como estudiante universitaria, el “Caracazo”, el 04 de febrero y el 27 de noviembre. Recuerdo clarito, aquel hombre que salió por primera vez en televisión diciendo “Por ahora los objetivos que nos planteamos no fueron cumplidos en la ciudad capital”, inmediatamente mis compañeras de residencia y yo dijimos, pensamos, unas en voz alta, otras en silencio pasmadas por toda aquella sobredosis de realidad política “escucharon lo que dijo este tipo, ¡por ahora!, qué arrecho es este carajo”.

Quienes desde siempre hemos buscado un país diferente, quienes desde siempre hemos cuestionado lo preestablecido, quienes desde siempre hemos visto la necesidad de una transformación social, no podemos negar que en aquel hombre y en aquel suceso vimos que algo diferente estaba por ocurrir en nuestro país. Y quienes nos mantenemos en la misma posición crítica y seguimos soñando y seguimos buscando un nuevo pías no nos hemos dejado engañar por falsos líderes que nacen de la nada, que son forzadamente forjados para obnubilar a una mayoría susceptible de ser encandilada por sus profundas dolencias y carencias.



Como ciudadana orgullosa de haber nacido y pertenecer a este país, como madre feliz y orgullosa de tener el hijo que tengo, absolutamente consciente y responsable de mi deber y de mi derecho, voy a votar y a seguir votando en contra de lo que no creo, de lo que no quiero para mí ni para mi hijo ni para mi familia ni para mis amigos ni para mi comunidad ni para mi país. Y lamentablemente seguiré votando por la única opción posible, por la única opción que me permite decir esto es lo que no quiero, pero que al mismo tiempo sé que no es la solución. Debo confesar que a lo largo de mi historia política aún no he votado por la opción que deseo, por la opción que merezco como ciudadana, y con esto no pretendo desprestigiar a ningún candidato político, cada uno se encarga de su propio desprestigio muy bien. Éste es un país que hasta ahora  sólo ha sabido buscarse a sí mismo, lo cual significa que nunca se ha perdido, simplemente no ha sabido hallarse. Hemos sido un país eternamente adolescente y por eso es que es tan fácil doblegarnos.  Como ciudadana guardo la esperanza de que seamos como el junco. Como madre guardo la esperanza de que mi hijo sí logre nacer a un nuevo mundo.

Sin duda alguna somos los protagonistas de un momento histórico interesantísimo, el cambio más importante ha sido el de la conciencia ciudadana, el descubrirse y actuar como verdaderos seres políticos sin importar la edad que tengamos. Esto no soluciona la escasez, la inseguridad, la violencia, la ignorancia, el retraso económico, la involución, la mediocridad. Este país no es mejor que el que viví en mi infancia, adolescencia y juventud; pero debo decir que tampoco es peor, hemos mejorado en algunos aspectos y hemos empeorado en otros. El verdadero problema es que no hemos avanzado, estamos anclados, estamos varados, estamos atascados. Basta de creer que vamos en progreso cuando no es así, basta de creer que alguien nos va a hacer avanzar por un camino, cuando no es así. Quisiera que cada quien ejerciera su voto con madurez, con libertad, con convicción. Quisiera que cada votante después de ejercer su deber y su derecho supiera verdaderamente por quién y por qué votó, si fuera así ya se sentiría ganador sin importar los resultados. Si fuera así obtendríamos el mejor resultado, no para una persona, ni para un grupo, obtendríamos el mejor resultado para el país.


Basta de buscar a un país, vamos a encontrarlo y a construirlo. Basta de “por ahoras”. Basta de nacer a un mundo preestablecido, vamos a nacer a un mundo nuevo. La verdadera transfiguración debe ocurrir en cada uno de nosotros, nadie debe decirnos en quién creer, nadie debe decirnos en qué creer, nadie debe decirnos qué camino transitar. Nosotros como país debemos construir el camino por donde deben transitar nuestros dirigentes, nosotros como país debemos elegir a quiénes van a ejercer el liderazgo y a ellos le debemos decir qué hacer y cómo hacerlo, no es una persona caminando al frente mostrándonos un camino, es una persona caminando entre nosotros construyendo junto con nosotros el camino. No es ir a ciegas creyendo en un líder auto nombrado, o nombrado desde un antojo. Es ir con visión 20/20 creyendo en el país que todos deseamos construir.

13 de abril de 2013

A Carlita a quien quiero inmensamente,
me pediste que escribiera algo y esto fue lo que salió.

A mi hijo, como cada una de las cosas que hago en y con mi vida.

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