miércoles, 7 de agosto de 2013

BENDITA SUERTE

A la madre se le escapa un pensamiento en voz alta, “hay gente que tiene suerte”. Al decirlo el pensamiento queda simplificado, lo que la madre realmente está pensando es que todo el mundo, menos ella, tiene suerte. (No existe buena ni mala suerte, simplemente se tiene o no se tiene). El hijo la escucha y con naturalidad completa la idea, “como nosotros mami”. La madre siente un frío que le corta las entrañas, se voltea lentamente, mira a su hijo e incrédula le pregunta, “¿y por qué crees que tienes suerte?”, cual estudiante cerebrito sin desviar su atención de la tele, responde, “porque te tengo a ti mami”. La madre sonríe apenada, mientras el hijo continúa desarrollando su respuesta, “y tengo mi familia y mis amigos que me ayudan”. La madre sigue sonriendo, aliviada y feliz, le pregunta haciendo que le dirija la mirada, esta vez sólo para confirmar, “¿y yo, también tengo suerte?”, el hijo clarividente, tajante, mirándola directamente sin parpadear, “claro mami”. Insiste la madre buscando auto convencimiento, repregunta, “¿y yo, por qué tengo suerte?”, “¡porque me tienes a mí, mami!”. La madre, sin borrar la sonrisa de su rostro, se voltea para seguir con sus labores, piensa de nuevo en esa gente que tiene suerte, pero esta vez también piensa en la de ella, en esta bendita suerte de tenerse el uno al otro.

A MI HIJO, LUIS ALDREDO
14 de julio de 2013

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