(Para Liz y Zil)
A la memoria de Zibil Fernández
En el arco iris, cuando haya pasado la tormenta.
En la alborada, cuando fulminaciones solares acaben con la noche.
En el crepúsculo, cuando la temerosa luz permita a la fatiga diurna hallar sosiego.
En el rocío, cuando fundidos queden el frío de la oscuridad y la calidez matinal.
En el aleteo multicolor de la mariposa.
En la belleza altiva de la rosa.
En el fúlgido surco del cielo al paso de una estrella fugaz.
En la alianza de los hermanos.
En el amor de una madre por su hijo.
En el corazón siempre valiente del guerrero.
En el pensamiento siempre esperanzado del optimista
En los recuerdos siempre vivos de los días de colegio.
En la alegría de la fiesta.
En el caminar de una niña que ya se siente mujer.
En los sueños que se hacen realidad.
En el ferviente deseo de quien espera el gran día.
En el sueño de cada noche.
En el sueño de la noche inmortal.
En el segundo que acaba de pasar.
En las horas interminables del día eterno.
En lo que fue.
En lo que no pudo ser.
En lo que pudo haber sido.
En el corazón de los mejores amigos.
En el recuerdo de todos los que te conocimos.
Te buscaremos y te encontraremos. Zibil no te has ido. Estás aquí.
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25 de septiembre de 2010
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