COMO CALASANZ LO HIZO
La prevención implica la
ejecución de acciones con el fin de evitar una situación inconveniente,
inadecuada o no deseada. Prevenir es la capacidad de ver un peligro, una
dificultad o un riesgo antes de que se produzca. La prevención es realizar una
acción, o un conjunto de acciones, para esquivar un evento, para eludir un
acontecimiento. La actitud preventiva es la capacidad de ver un mal antes de
que se presente o de anticipar una consecuencia negativa. Prevenir, por tanto,
es evitar. Es desviar el camino, “es torcer el hilo”. Para hacer de nuestra
vida, una hermosa trama, antes es esencial ver el tejido, antes de hilar el
primer hilo. Si logramos ver el tejido antes de hacerlo, (y para ello
requerimos de un corazón con visión 20/20), sabremos cuándo, dónde, cómo y
porqué torcer el hilo. La trama terminada muestra los hilos que fueron
torcidos, dirigidos hacia el camino deseado, alejados de unos hilos y acercados
a otros, desviados del mal camino y del lugar negativo. La trama acabada
muestra un tejido, que en la medida que guarde parecido con lo previsto, con lo
visionado o soñado resultará hermosa, satisfactoria y dará mayor suma de felicidad,
si alcanzara a superar lo ambicionado.
José de Calasanz vio los
hilos, previó las consecuencias de los problemas existentes, soñó el tejido
ideal y sintió la necesidad de torcer algunos hilos. Calasanz supo que a los
niños había que alejarlos del ocio, de las calles, de toda influencia negativa.
Supo que debía desviar su camino hacia la escuela, hacia una escuela capaz de
responder a las necesidades afectivas, espirituales e intelectuales de los
niños. Calasanz supo que la transformación de la sociedad debía comenzar por
transformar la escuela, debía convertir la escuela en una opción posible, en
una oportunidad efectiva que propiciara un cambio radical en la vida de los
niños, de los más pequeños. Supo ver, además, la necesidad del orden, el
control, la existencia y cumplimiento de las normas. Comprendió con gran
claridad que los hilos no se tuercen solos, no se tuercen a sí mismos.
Comprendió con claridad que el tejedor ha de ser ejemplar, que las manos del
tejedor han de ser las más diestras e
impecables.
La prevención tendrá
sentido, logrará ser eficiente y efectiva, en tanto se alimente el espíritu y
la conciencia del más puro, sublime y auténtico amor a Dios; de ése que llena
el alma y la mente de la única sabiduría que importa, conocerse a sí mismo. En
ese conocimiento descubrirse a sí mismos, hallar a Dios dentro de sí mismos y
desde allí aprender a tomar la decisión de huir del mal. Y desde allí rectificar
las decisiones inadecuadas.
Por si no se lograra
evitar caer en el mal, saber que siempre existen opciones de vida, la toma de
conciencia, el arrepentimiento y el cambio. Siempre será posible desviar el
camino.
El método preventivo
ideado por Calasanz responde a una realidad que trasciende tiempo y espacio. El
genio del hombre y la lucidez del santo se manifiestan en la configuración de
un estilo y de una pedagogía pensada a futuro, entendiendo la sociedad como un
órgano en constante movimiento y crecimiento. Una sociedad que en su conjunto,
al igual que el hombre en su ser individual, es y será siempre vulnerable. De
Calasanz heredamos más que un método, más que una pedagogía, heredamos un sueño.
Un sueño, no para soñar. Un sueño para hacer realidad.
¿Qué vemos cuando miramos
a nuestros estudiantes? ¿Vemos soledad, vemos violencia, vemos drogas, vemos
desinterés, vemos mediocridad, vemos amenazas, vemos peligro, sólo vemos pasado
y presente? ¿Son nuestros niños, nuestras niñas y adolescentes, esos que vemos
y tenemos en nuestras aulas, muy distintos a los que José de Calasanz veía en
las calles del Trastévere? Calasanz logró VER algo más, vio oportunidades, vio
futuro, vio un camino diferente. Pudo el santo-hombre / el hombre-santo VER con
el corazón. Habiendo soñado primero. Habiendo Dios soñado primero. ¿Vemos,
también nosotros, algo más? ¿Vemos, también nosotros, con el corazón?
¿Sería posible para
nosotros, dada la situación histórico-político-social actual, negar la
preeminencia de alguna de las características de la educación moral y religiosa
ideada por Calasanz para sus escuelas? ¿Sería posible para nosotros, dada la
realidad social, psicológica y afectiva de nuestros estudiantes, negar la
imperiosa necesidad de la aplicabilidad del método preventivo característico de
la educación calasancia?
El mensaje de Calasanz es
muy claro y directo. Para transformar la sociedad, la iglesia, para formar al
ciudadano fiel a Jesús y promotor del cambio; debes comenzar por el niño, por
el niño en su más tierna infancia, por el niño más pequeño y más necesitado. He
aquí el quid de la prevención.
Nuestro deber es formarnos
permanentemente. Nuestro deber es aprender a VER. Nuestro deber es soñar
primero. Nuestro deber es torcer los hilos. Nuestro deber es desviar el camino.
Nuestro deber es ser ejemplar. Nuestro deber es no cesar en la vigilancia y el
control. Nuestro deber es enseñar el amor a Dios. No somos educadores
escolapios si no tenemos lo necesario para cumplir con estos deberes.
DIPLOMADO DE
PEDAGOGÍA CALASANCIA. MÓDULO IV: PIEDAD
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