miércoles, 21 de agosto de 2013

A TORCER EL HILO

COMO CALASANZ LO HIZO


La prevención implica la ejecución de acciones con el fin de evitar una situación inconveniente, inadecuada o no deseada. Prevenir es la capacidad de ver un peligro, una dificultad o un riesgo antes de que se produzca. La prevención es realizar una acción, o un conjunto de acciones, para esquivar un evento, para eludir un acontecimiento. La actitud preventiva es la capacidad de ver un mal antes de que se presente o de anticipar una consecuencia negativa. Prevenir, por tanto, es evitar. Es desviar el camino, “es torcer el hilo”. Para hacer de nuestra vida, una hermosa trama, antes es esencial ver el tejido, antes de hilar el primer hilo. Si logramos ver el tejido antes de hacerlo, (y para ello requerimos de un corazón con visión 20/20), sabremos cuándo, dónde, cómo y porqué torcer el hilo. La trama terminada muestra los hilos que fueron torcidos, dirigidos hacia el camino deseado, alejados de unos hilos y acercados a otros, desviados del mal camino y del lugar negativo. La trama acabada muestra un tejido, que en la medida que guarde parecido con lo previsto, con lo visionado o soñado resultará hermosa, satisfactoria y dará mayor suma de felicidad, si alcanzara a superar lo ambicionado.

José de Calasanz vio los hilos, previó las consecuencias de los problemas existentes, soñó el tejido ideal y sintió la necesidad de torcer algunos hilos. Calasanz supo que a los niños había que alejarlos del ocio, de las calles, de toda influencia negativa. Supo que debía desviar su camino hacia la escuela, hacia una escuela capaz de responder a las necesidades afectivas, espirituales e intelectuales de los niños. Calasanz supo que la transformación de la sociedad debía comenzar por transformar la escuela, debía convertir la escuela en una opción posible, en una oportunidad efectiva que propiciara un cambio radical en la vida de los niños, de los más pequeños. Supo ver, además, la necesidad del orden, el control, la existencia y cumplimiento de las normas. Comprendió con gran claridad que los hilos no se tuercen solos, no se tuercen a sí mismos. Comprendió con claridad que el tejedor ha de ser ejemplar, que las manos del tejedor  han de ser las más diestras e impecables.

La prevención tendrá sentido, logrará ser eficiente y efectiva, en tanto se alimente el espíritu y la conciencia del más puro, sublime y auténtico amor a Dios; de ése que llena el alma y la mente de la única sabiduría que importa, conocerse a sí mismo. En ese conocimiento descubrirse a sí mismos, hallar a Dios dentro de sí mismos y desde allí aprender a tomar la decisión de huir del mal. Y desde allí rectificar las decisiones inadecuadas.

Por si no se lograra evitar caer en el mal, saber que siempre existen opciones de vida, la toma de conciencia, el arrepentimiento y el cambio. Siempre será posible desviar el camino.

El método preventivo ideado por Calasanz responde a una realidad que trasciende tiempo y espacio. El genio del hombre y la lucidez del santo se manifiestan en la configuración de un estilo y de una pedagogía pensada a futuro, entendiendo la sociedad como un órgano en constante movimiento y crecimiento. Una sociedad que en su conjunto, al igual que el hombre en su ser individual, es y será siempre vulnerable. De Calasanz heredamos más que un método, más que una pedagogía, heredamos un sueño. Un sueño, no para soñar. Un sueño para hacer realidad.

¿Qué vemos cuando miramos a nuestros estudiantes? ¿Vemos soledad, vemos violencia, vemos drogas, vemos desinterés, vemos mediocridad, vemos amenazas, vemos peligro, sólo vemos pasado y presente? ¿Son nuestros niños, nuestras niñas y adolescentes, esos que vemos y tenemos en nuestras aulas, muy distintos a los que José de Calasanz veía en las calles del Trastévere? Calasanz logró VER algo más, vio oportunidades, vio futuro, vio un camino diferente. Pudo el santo-hombre / el hombre-santo VER con el corazón. Habiendo soñado primero. Habiendo Dios soñado primero. ¿Vemos, también nosotros, algo más? ¿Vemos, también nosotros, con el corazón? 

¿Sería posible para nosotros, dada la situación histórico-político-social actual, negar la preeminencia de alguna de las características de la educación moral y religiosa ideada por Calasanz para sus escuelas? ¿Sería posible para nosotros, dada la realidad social, psicológica y afectiva de nuestros estudiantes, negar la imperiosa necesidad de la aplicabilidad del método preventivo característico de la educación calasancia?

El mensaje de Calasanz es muy claro y directo. Para transformar la sociedad, la iglesia, para formar al ciudadano fiel a Jesús y promotor del cambio; debes comenzar por el niño, por el niño en su más tierna infancia, por el niño más pequeño y más necesitado. He aquí el quid de la prevención.

Nuestro deber es formarnos permanentemente. Nuestro deber es aprender a VER. Nuestro deber es soñar primero. Nuestro deber es torcer los hilos. Nuestro deber es desviar el camino. Nuestro deber es ser ejemplar. Nuestro deber es no cesar en la vigilancia y el control. Nuestro deber es enseñar el amor a Dios. No somos educadores escolapios si no tenemos lo necesario para cumplir con estos deberes.

DIPLOMADO DE PEDAGOGÍA CALASANCIA. MÓDULO IV: PIEDAD
23 – 02 – 2013


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