domingo, 25 de agosto de 2013

UN HOMBRE UN SANTO UN ESTILO

Muchos se preguntan qué hacemos los docentes en tantas reuniones, para algunos es tiempo desperdiciado que mejor se aprovecharía en clases para nuestros alumnos. Hace poco, en una de esas reuniones cuestionadas unas veces y subvaloradas otras más, nos preguntábamos cómo es el educador según Calasanz. En reuniones como ésta solemos abordar temas como éste y hacemos reflexiones como la que sigue.



         Para responder a la cuestión, lo primero que vino a mi mente fue: Paciencia. El educador con paciencia lo logra todo, según Calasanz. Es un ser especial y no único, pero sí pertenece a un pequeño grupo. No todo educador sólo con serlo cumpliría con los parámetros calasancios. Y aunque éste se hace y se va haciendo sobre la marcha, antes debe nacer para esto. El educador, según Calasanz, destaca dentro del grupo porque hay algo en su alma que lo guía y que ilumina a los demás. Eso que hay en su interior le ayudará a forjar el amor paternal, la formación pedagógica, la caridad y la pobreza. Lo que hay en su interior lo hará un ser de autoridad, dosificando con exactitud el amor que da y recibe.

         Y aun cuando la paciencia nos parezca muy importante, no será suficiente. La paciencia le dará firmeza para sustentar lo que debe ser con caridad y con esperanza.

         Según Calasanz, el educador no fragmenta su alma, su vida, ni su cuerpo. Es uno en su hacer, sentir y ser. Sus palabras apenas podrán corroborar lo que sí enseña con su obrar.

        
Como educadores nos hallamos en constante conflicto y readaptación. En continua revisión. Sabemos que por más necesaria que sea la paciencia de cultivar, faltará mucho más y con ella tan sólo lo lograremos alcanzar. En el amor solemos ser débiles, en la pobreza tendemos a doblegarnos, en la caridad podemos desviarnos hacia la soberbia y el orgullo. Lo pedagógico lo aprendemos y seguiremos aprendiéndolo. Nuestra luz nos llama a la integridad y a la integralidad. No nos dejamos dividir porque sabemos que podemos perder. Y no perdemos la esperanza de lograrlo todo. Hemos visto mucho ya y seguiremos viendo… Aún así, supo Calasanz, en sus hombres, en estos hombres (en nosotros), lo que habría de ser un educador. El educador que habría de encontrar su propia luz, para con la piedad enseñar las letras a los pequeñines.

        
Si así son (y somos) los maestros de Calasanz, cómo debemos esperar que sean los alumnos de nuestra familia. Los que permanecen en las aulas y los que las han dejado ya. Cómo ha de ser un alumno educado con la necesaria y no suficiente paciencia, con el amor paternal y justo, con la caridad, desde la humildad y en la pobreza, con la sapiencia doctrinal y pedagógica. Cómo serán nuestros alumnos si los educamos con la verdad, con la verdad del más puro amor, único y primer amor, el amor al prójimo.

         ¿Nos vemos reflejados en el espejo de nuestros alumnos? ¿Seremos capaces de vernos también en sus debilidades, en sus carencias y dolencias?

         Sin ser santos podremos ver a través de los ojos de Calasanz, sin ser santos podremos aprender y enseñar desde su mensaje, sin ser santos podremos continuar el legado del padre. No seremos tan perfectos de cuerpo ni de espíritu. Tal vez nos falte talla y peso (a unos quizás le sobre). Tal vez nos falte más formación interna que externa (o viceversa o ambas). Como sea, si estamos aquí, es porque hemos dicho sí, es decir, hemos asumido un compromiso, es decir, hemos aceptado la misión, es decir, compartimos una visión, es decir, estamos obligados a hallar nuestra luz interior, enriquecer nuestra propia vida (nuestra vida interior) y así irradiar todo lo que nos rodea. Lo agradecerán nuestros colegas, nuestros representantes y nuestros alumnos.



         Dice Calasanz: “Es mejor ser pocos y buenos, que muchos imperfectos”.





         Así pues, es ésta apenas una modesta muestra del tiempo perdido en una de tantas de nuestras reuniones. Ante los incrédulos, cuestionadores, resabiados y suspicaces, no hago más que recordar la conversación del zorro con el Principito y es por eso que no temo perder el tiempo.






Junio, 2007

En: NUEVA GENERACIÓN. Año VI. Nº 42.

¿DE QUÉ ESTÁN HECHOS LOS SUEÑOS?

No hace mucho andaba por ahí un ingenuo queriendo saber de qué están hechos los sueños, para resolver su problema decidió investigar de la manera más segura, preguntando a quienes por su verbo parecen saber de todo, buscando en libros de autores muy antiguos y reconocidos, y en fuentes muy populares donde hay mucha información. Y, por supuesto, observando a los que por su andar es evidente que conocen muy bien el asunto.

         La búsqueda revestía gran importancia, pues para el ingenuo una vida sin sueños no es cosa tal. El ingenuo anhelaba vivir la vida en su más pura esencia y para ello se había convencido de que sin sueños eso no sería posible. Por lo tanto, estaba en juego su vida, la vida. Se trataba, entonces, de vivir o morir. Cuando encontró a uno de esos que siempre tienen todas las respuestas, cuyo hobbie es acumular conocimiento, quedó enredado en una maraña de preguntas y repreguntas. El intelectual quería saber ¿a qué tipo de sueño se refería el ingenuo?, ¿si se trataba de uno o de varios sueños? Le respondía sólo con cuestionamientos cada vez más intrincados que sólo lograron aumentar la inquietud del ingenuo y llenarlo de más dudas.

        
Decidió continuar con su investigación, “tal parece que las personas más sabias son incapaces de aclarar una incógnita sencilla”, pensó nuestro amigo. Y se dijo a sí mismo, “Si quiero una respuesta, tendré que buscarla en un buen libro”. Le pidió al encargado de una biblioteca el mejor libro que se haya escrito en la historia y que además le pudiera ayudar a dilucidar su disyuntiva. Fue así como se encontró leyendo la historia de un hombre que no quería recordar el nombre de su tierra natal, un hombre pobre, enjuto y de edad avanzada, que se volvió loco de tanto leer y salió por el mundo a combatir enemigos imaginarios. Cerró el libro de un zarpazo. ¡Esto está peor, mucho peor! Este Cervantes no sabía nada de nada. ¿Qué tiene que ver un viejo loco disfrazado de caballero andante combatiendo el mal, un loco que muere al recobrar su cordura, qué tiene que ver esto con mi interrogante? Devanaba su cerebro el pobre infeliz.

         El inocente siguió indagando y descubrió una novedosa fuente de información, que según había escuchado contiene todo el saber humano, es tan grande como el espacio, todas las personas pueden utilizarla. Nuestro ingenuo de convirtió en un internauta del ciberespacio entrando en la internet, escribió su pregunta en el buscador más popular del mundo, lo que apareció ante sus ojos le resultó insólito, aquello superaba sus expectativas y sobrepasaba su capacidad para acceder y procesar información. De las más variadas respuestas, desde la poesía hasta el psicoanálisis, desde una cantante pop hasta un científico acreditado parecían responder con propiedad. Pero, cómo saber cuál sería la solución válida, pasó horas, link tras link. El incauto pensó, “esto es como las cajas chinas”.

         Aunque por su naturaleza debía ser bastante crédulo y confiado, nada hasta el momento le había convencido. Sólo le faltaba una cosa por hacer, observar a los que sueñan, a los que tienen un sueño, a los que hacen realidad los sueños ajenos, a los que hacen realidad sus sueños. Los primeros pasan mucho tiempo con los ojos cerrados y muy quietos. Los segundos, al contrario, se niegan a cerrar los ojos, pero al igual que los otros no alcanzan a ver más allá, andan obnubilados. Los terceros hablan mucho. Los cuartos no tienen tiempo para los demás.

         Comenzaba a perder las esperanzas, qué sentido tendría vivir sin la posibilidad de soñar, vivir sin tener un sueño qué cumplir. Qué mantiene al hombre vivo. Qué alimenta su espíritu. Qué nutre su alma. Comenzaba a creer que su búsqueda era inútil, que estar vivo y vivir no necesariamente se implican, que se puede pasar por esta vida y morir sin haber vivido.

         “Tiene que existir un hombre o una mujer que haya logrado hacer realidad su sueño. Tiene que existir, por tanto, un sueño hecho realidad”. Aquí está la clave. Había buscado en la fuente. Tal vez si buscaba el producto obtendría mejor resultado.

         ¿Dónde podría hallar un sueño hecho realidad? Preguntó a todo el que se cruzaba en el camino. Para su sorpresa y posterior consuelo, recibió muchas y positivas respuestas. Una sonrisa, un abrazo, un niño, un amigo conocido, un desconocido amigo, la familia, el crepúsculo, el ser humano, el ser amado, el ser que ama, el hogar, la escuela, un maestro, un estudiante, la música, el deporte, el trabajo, una obra de arte, el artista, un premio, un reconocimiento, el esfuerzo…

         Los sueños están hechos de deseo, los sueños están hechos del ahora, los sueños están hechos de entrega, los sueños están hechos de renuncia, los sueños están hechos de disgustos, los sueños están hechos de acciones, los sueños están hechos de fe, los sueños están hechos de verdad, los sueños están hechos de nada y de todo, los sueños están hechos de realidad, los sueños están hechos de amor.

         Nuestro ingenuo tornaba a ser lo que siempre había sido, sueño y soñador. El ser humano es un sueño hecho realidad, que al asumir su vida como el abnegado servicio de entrega al otro es capaz de hacer realidad sus propios sueños y los de los demás. Al descubrir lo obvio se hacía más candoroso e infantil, se acercaba así a lo trascendente. Las preguntas son más importantes que las respuestas (recordaba al intelectual). Dar la vida por un ideal, luchar incansablemente, entregar la vida y renunciar a lo poco o mucho que se tenga es realmente una locura que vale la pena vivir (pensó en el viejo loco de la armadura). Morir es vivir sin soñar, morir es perder de vista el horizonte, el ideal nunca muere (Cervantes sí sabía de lo que hablaba). La búsqueda en sí misma es lo que cuenta. Encontrar es una eventualidad (el internauta es una suerte de Principito, no se sabe nunca) La verdad está allí en el interior de cada uno (hay que aprender a ver con los ojos del alma).



12 – 06 – 2011. En: Edición Especial Exalumnos. SOMOS CALASANZ.

sábado, 24 de agosto de 2013

SIEMPRE CALASANZ

Cuando uno se dedica a hacer este tipo de trabajo, el de enseñar, el de participar en el proceso de educación del otro. Y además sabes que esta dedicación tiene grandes y graves implicaciones, es casi imposible no hacerse algunas preguntas a lo largo del camino: ¿Qué estamos haciendo? ¿Estamos haciendo lo correcto? ¿A dónde nos lleva, o sobre todo, a dónde ha de llevar al estudiante?

El que está en esto de la educación y en especial, en la docencia, y nunca ha cuestionado su desempeño, no ha puesto en tela de juicio su labor o no ha dudado de su eficiencia y su eficacia; debería percatarse de que ha estado ignorando lo muy bueno que ha sido o lo muy malo que ha sido su trabajo. Y en ambos casos, esto sería igual de patético.

Ser educador, ser docente, es un reto que exige mucha lucha, mucha preparación, mucho temple, mucho virtuosismo y mucha autocrítica. Ser un docente normal en cualquier colegio, escuela, institución o liceo, es un trabajo arduo y honorable. Ser docente en El Calasanz, es, o debería ser, algo más, debería representar un reto mayor. Evangelizar educando, enseñar las letras con piedad, enseñar la piedad desde las letras, ser cooperador de la verdad, ser copartícipe de la educación de los más necesitados, practicar la paciencia, la humildad y el amor; estoy completamente segura de que no ha de ser nada sencillo.

Vivimos en una época en la que el amor es cosa fácil, volátil, es una transacción o un asunto de suerte no más, y hasta viene con fecha de vencimiento, Vivimos en una época en la que la paciencia es un defecto que hay que corregir, la espera es una práctica inaudita, “es ahora o nunca”, “es para ayer”, la velocidad es un verdadero valor. Ser humilde es ser menos, es ser feo, la humildad no se entiende y está fuera de moda. Es que vivimos en una época en que la verdad y la mentira se truecan a conveniencia, el realismo mágico deja de ser literatura y se vuelve realidad; la mentira se hace verdad y nadie cree ni defiende la verdad. Dios es apenas una interjección y la enseñanza tan sólo es un trabajo que se justifica con un quince y último. Hoy en día el conocimiento no parece ser lo importante, la preparación académica está subvalorada, el recto proceder es desestimado, el trato afectuoso y respetuoso se confunde con lo chabacano, lo vulgar y lo ofensivo. Si hablas (más o menos) bien, (casi) nadie te entiende. La vida de los grandes héroes es incontrastable. En la actualidad impera la ley del mínimo esfuerzo y la inmediatez.

Cómo; desde esta realidad;  se llegaría a comprender las aguerridas luchas; la necesidad de grandes ideales, de metas y objetivos. Si les pedimos a nuestros chicos que miren hacia el horizonte, a muchos de ellos le veríamos mover sus ojos en todas direcciones buscándolo infructuosamente y otros simplemente ni se molestarían, ¿cómo han de mirar algo que no existe?

La realidad de este hoy precario,  austero, indiferente e indolente obliga a asumir el reto con mayor fuerza y determinación. Independientemente de qué tan adolecida haya sido cada una de las etapas anteriores, aunque suela decirse y escucharse con más frecuencia de la que se debería, que toda época pasada fue mejor, es seguro que aquellas realidades también llamaron al cuestionamiento, a la reflexión y a la necesidad de cambiar y de promover cambios.  El desafío actual es más comprometido y exigente, no tanto por el desbarajuste de las leyes y la justicia, o por la corrosión de los valores, o por el comportamiento autómata de hombres y mujeres o por la erosión de los más puros sentimientos y del mismo Dios.  Es, sin duda, mucho más arduo porque el desgano, el conformismo, la mediocridad, la apatía, la ignorancia, el irrespeto, la incomunicación; se nos presentan como un virus altamente contagioso, que se adquiere por cercanía y por contacto. Amenazan con ser los nuevos valores de la sociedad actual. Situación que antes no se veía con tan apremiante peligrosidad.

Los que hemos adoptado el ideario calasancio como filosofía, no sólo de trabajo, también de vida; nos atrevemos a vivir y trabajar en este mundo sin ser de este mundo. Los que, por lo menos, intentamos practicar la doctrina calasancia creemos que sí es posible cambiar el mundo, (si logramos cambiar el nuestro). Los que amamos este trabajo y no lo dejamos por nada de este mundo, deseamos hacer la diferencia sin temor a ser minoría. Los que asumimos la educación, la docencia, como algo más, no nos conformamos con los objetivos del programa, el aula se nos hace pequeña y la nota no nos dice mucho.

El que llega a los predios de Calasanz, si quiere y puede se deja impregnar de sus ideales, de su pedagogía, de su amor a los niños y de su amor a Dios. Llega a entender que el colegio es también escuela para los docentes. Si el alumno Calasanz, es especial y único, el docente Calasanz, no será menos.

Los hombres y las mujeres, hijos de Calasanz, que vuelven a ésta siempre su casa (a su colegio), no sólo vienen en busca de recuerdos, no sólo vienen con ánimo de (re)encuentro. Vienen a verse en quienes  contribuimos, durante 12 años de su vida, a forjar sus mentes, sus cuerpos y sus corazones. Vienen a buscar a los coautores de aquel presente, que ya hoy es pasado y de aquel futuro, que ya hoy es presente. Vienen a echarnos en cara el fruto madurado de nuestro esfuerzo. En ellos (queridos exalumnos) vemos si valió o no valió la pena nuestro trabajo. Ellos son la mejor motivación para continuar con nuestra labor, que por un lado podrá seguir siendo igual que siempre y que por el otro será siempre renovada.

En nuestros exalumnos se va haciendo realidad el sueño de Calasanz, en nuestros exalumnos pervive el ideario Calasanz, a través de nuestros exalumnos se promueve un estilo de vida, en nuestros exalumnos tenemos a los aliados en esta lucha contra los grandes males de la sociedad actual, en nuestros exalumnos hemos de ver a los hombres y mujeres que alguna vez quisimos ayudar a formar.


La lucha de hoy ha de ser para no perder de vista el horizonte, para no desviarnos en el camino, para no dejarnos llevar por los falsos atractivos de la época actual, para mantenernos firmes en Dios y en Calasanz, para ser Cooperadores de la Verdad, con humildad, con paciencia y con amor. Para que siempre veamos a nuestros exalumnos regresar a su casa sintiéndose completamente orgullosos y privilegiados de haber recibido a través de nosotros las enseñanzas de Calasanz.

14 de junio de 2009
En la Edición Especial: Exalumnos de 
LA NUEVA GENERACIÓN. Año VIII

ACCIÓN DE GRACIAS PERSONAL

GRACIAS POETA… ADOUM


Tarde o temprano cada hombre habrá de toparse con esas verdades sencillas, sabias y evidentes, que a veces cuesta toda la vida comprenderlas y vivirlas. Ellas llegan a nosotros aun sin buscarlas. No importa cuán temprano se descubran, siempre quedará la sensación del tiempo perdido que no podrá ser recuperado. Afortunadamente yo lo he vivido…
         Conocí a Adoum un domingo de abril, en medio del calor maracayero y el hastío del séptimo día. Era una mañana no tan fresca, soleada, tranquila. Sin nada mejor qué hacer y sin ánimos de romper con la monótona cotidianidad dominguera, me dispuse a leer la prensa. Actividad que no suele retar la imaginación, tampoco suele estimular la inteligencia. A veces pienso que sólo cambian los datos cronológicos en el cabezal y ya. Desde aquel día doy gracias a este maravilloso poeta. (Y me percaté de porqué sigo leyendo la prensa a pesar de todo). Vaya a continuación mi más sentido y personal acción de gracias.
         Gracias poeta, ahora sé que el amor alcanza, “… aún me sobra amor y no sé dónde ponerlo”. Gracias a él descubrí el secreto de la permanencia en la continuidad, “…pasa todo el mundo, pero en uno se quedan todos los recuerdos”. De él (el poeta) recibí el mejor piropo que mujer alguna pueda recibir, es bueno ser mujer cuando existen hombres como tú, “… esa entrega apasionada, ciega a veces, tonta a veces, le pertenece a las mujeres. Y es como para envidiarlas.”
         Gracias poeta, por brindar la mejor combinación de palabras referidas al amor, “el amor es la tentativa de completarse con lo que a uno le falta.” Por fin entiendo porqué siento que ser mujer no es suficiente para sentirse tal, ¿qué hace falta para que una mujer se sienta mujer? El hombre tarde o temprano tendrá que descubrir lo que él (el poeta) en cuarenta años: “no saber cómo tratar a una mujer es no estar completo”.
         Por eso es que existen las penas de amor, gracias a ti, ahora lo sé, mujer y hombre necesitan tiempo. Me di cuenta, entonces, que eso que dicen – el tiempo lo cura todo – es una gran mentira y más cuando se trata de sufrir por amor. Somos afortunados al conocer de antemano el mejor consuelo para las penas de amor, “… el otro también pierde algo, algo debimos valer para que nos quisieran en algún momento, … nos quisieron … ¿sabes lo que significa ser querido?...” Al hacer esto presente el sentimiento queda transfigurado.
         Gracias poeta, comprendo el significado del adjetivo libre en el amor, del adjetivo igualdad en el género, en el amor. Comprendo menos a los jóvenes que practican el deporte en el amor. La belleza, la frescura y la pasión son asexuadas. Cuando lo concebimos como un deporte comenzamos a establecer diferencias entre hombre y mujer, “… ahora percibo que el amor no obliga a nada, no impone respeto recíproco, esto lo digo más por los hombres que por las mujeres…” 
         El amor no puede separar, el amor une, en esta ecuación dos es igual a uno. Gracias por enseñarme las matemáticas del amor.
         Aquella mañana dominguera creía que compraba un periódico, que sólo leía la prensa, ¡cuán equivocada estaba! Sin esperar nada más, llegó a mí la esperanza. El amor no se acaba, ni se destruye, sólo se transforma, el desamor “es recordar que se amó”. Llegó mi esperanza, “estamos aprendiendo a amar”. Gracias Jorge Enrique Adoum por la esperanza… “Es posible que dentro de dos mil años sepamos cómo es eso”…, la esperanza del amor.

WISOTZKI, Rubén. Amorosamente Jorge Enrique Adoum.
En: EL NACIONAL. Domingo, 16 de abril de 2000. C/última.

14 – 03 - 2003 (En el Editorial de ALCATRAZ, 
La Prensa Independiente de El Calasanz)


viernes, 23 de agosto de 2013

TIEMPO PERDIDO

(DETALLES)

El viento juega con un papel,
giros y giros de nada.
La alarma del despertador una y otra vez.
            El cielo se despereza y se pinta de colores.
Asistencia puntual y obligatoria.
De aquí para allá sin parar.
            Una nueva rosa abrió sus pétalos al sol.
Cuántos pendientes que nunca dejan de serlo.
            A media luz la luna en la noche.
Antes de que venza el cansancio,
cuál será la agenda de mañana.

Paso firme y cerrado. Tomo un papel y lo boto.
Mis ojos sensibles esquivan la luz.
De la rosa me quedan las espinas.
Una tenue luz vela mis ojos dormidos
que sueñan con mirar algún día la luna.

03 - 05 - 2004

Sobre el amor…

Conocer a muchos(as), o estar con muchos(as),  no es condición necesaria ni suficiente para madurar el, y en el, amor. La felicidad no es una puerta que se abre o se cierra. La felicidad es y está.

El amor es compromiso, es entrega. Lo que encuentras cuando vas tras el amor no es  una o varias personas. Te encuentras contigo mismo, con lo mejor y lo peor de ti. Cuando amas a alguien, lo admiras. Cuando amas a alguien, amas todas las cosas y a todas las personas. Cuando amas a alguien, amas sus defectos antes que sus virtudes.

El amor no es como el vino, no es cuestión de probar o experimentar. El amor no es una actividad mercantil, no es cuantificable, no tiene precio, no le interesan las propiedades ni acumular millas. El amor es aprendizaje que crece y madura. El amor no es bonito ni feo. No es una sensación. No es como el microondas, ni como un cartón de leche, ni como un café express.

El amor cambia, se transforma, nunca se destruye.

El que pasa la vida buscando amor, lo más probable es que nunca lo halle. El que crea amar porque necesita a alguien, no ama. El que crea amarse mucho a sí mismo, no ama.

El amor no es asunto de niños aunque requiere de un corazón prístino y virginal.


Quien ama debería conocer la diferencia entre un “te necesito porque te amo” y un “te amo porque te necesito”. 
03 - 09 - 2011


miércoles, 21 de agosto de 2013

A TORCER EL HILO

COMO CALASANZ LO HIZO


La prevención implica la ejecución de acciones con el fin de evitar una situación inconveniente, inadecuada o no deseada. Prevenir es la capacidad de ver un peligro, una dificultad o un riesgo antes de que se produzca. La prevención es realizar una acción, o un conjunto de acciones, para esquivar un evento, para eludir un acontecimiento. La actitud preventiva es la capacidad de ver un mal antes de que se presente o de anticipar una consecuencia negativa. Prevenir, por tanto, es evitar. Es desviar el camino, “es torcer el hilo”. Para hacer de nuestra vida, una hermosa trama, antes es esencial ver el tejido, antes de hilar el primer hilo. Si logramos ver el tejido antes de hacerlo, (y para ello requerimos de un corazón con visión 20/20), sabremos cuándo, dónde, cómo y porqué torcer el hilo. La trama terminada muestra los hilos que fueron torcidos, dirigidos hacia el camino deseado, alejados de unos hilos y acercados a otros, desviados del mal camino y del lugar negativo. La trama acabada muestra un tejido, que en la medida que guarde parecido con lo previsto, con lo visionado o soñado resultará hermosa, satisfactoria y dará mayor suma de felicidad, si alcanzara a superar lo ambicionado.

José de Calasanz vio los hilos, previó las consecuencias de los problemas existentes, soñó el tejido ideal y sintió la necesidad de torcer algunos hilos. Calasanz supo que a los niños había que alejarlos del ocio, de las calles, de toda influencia negativa. Supo que debía desviar su camino hacia la escuela, hacia una escuela capaz de responder a las necesidades afectivas, espirituales e intelectuales de los niños. Calasanz supo que la transformación de la sociedad debía comenzar por transformar la escuela, debía convertir la escuela en una opción posible, en una oportunidad efectiva que propiciara un cambio radical en la vida de los niños, de los más pequeños. Supo ver, además, la necesidad del orden, el control, la existencia y cumplimiento de las normas. Comprendió con gran claridad que los hilos no se tuercen solos, no se tuercen a sí mismos. Comprendió con claridad que el tejedor ha de ser ejemplar, que las manos del tejedor  han de ser las más diestras e impecables.

La prevención tendrá sentido, logrará ser eficiente y efectiva, en tanto se alimente el espíritu y la conciencia del más puro, sublime y auténtico amor a Dios; de ése que llena el alma y la mente de la única sabiduría que importa, conocerse a sí mismo. En ese conocimiento descubrirse a sí mismos, hallar a Dios dentro de sí mismos y desde allí aprender a tomar la decisión de huir del mal. Y desde allí rectificar las decisiones inadecuadas.

Por si no se lograra evitar caer en el mal, saber que siempre existen opciones de vida, la toma de conciencia, el arrepentimiento y el cambio. Siempre será posible desviar el camino.

El método preventivo ideado por Calasanz responde a una realidad que trasciende tiempo y espacio. El genio del hombre y la lucidez del santo se manifiestan en la configuración de un estilo y de una pedagogía pensada a futuro, entendiendo la sociedad como un órgano en constante movimiento y crecimiento. Una sociedad que en su conjunto, al igual que el hombre en su ser individual, es y será siempre vulnerable. De Calasanz heredamos más que un método, más que una pedagogía, heredamos un sueño. Un sueño, no para soñar. Un sueño para hacer realidad.

¿Qué vemos cuando miramos a nuestros estudiantes? ¿Vemos soledad, vemos violencia, vemos drogas, vemos desinterés, vemos mediocridad, vemos amenazas, vemos peligro, sólo vemos pasado y presente? ¿Son nuestros niños, nuestras niñas y adolescentes, esos que vemos y tenemos en nuestras aulas, muy distintos a los que José de Calasanz veía en las calles del Trastévere? Calasanz logró VER algo más, vio oportunidades, vio futuro, vio un camino diferente. Pudo el santo-hombre / el hombre-santo VER con el corazón. Habiendo soñado primero. Habiendo Dios soñado primero. ¿Vemos, también nosotros, algo más? ¿Vemos, también nosotros, con el corazón? 

¿Sería posible para nosotros, dada la situación histórico-político-social actual, negar la preeminencia de alguna de las características de la educación moral y religiosa ideada por Calasanz para sus escuelas? ¿Sería posible para nosotros, dada la realidad social, psicológica y afectiva de nuestros estudiantes, negar la imperiosa necesidad de la aplicabilidad del método preventivo característico de la educación calasancia?

El mensaje de Calasanz es muy claro y directo. Para transformar la sociedad, la iglesia, para formar al ciudadano fiel a Jesús y promotor del cambio; debes comenzar por el niño, por el niño en su más tierna infancia, por el niño más pequeño y más necesitado. He aquí el quid de la prevención.

Nuestro deber es formarnos permanentemente. Nuestro deber es aprender a VER. Nuestro deber es soñar primero. Nuestro deber es torcer los hilos. Nuestro deber es desviar el camino. Nuestro deber es ser ejemplar. Nuestro deber es no cesar en la vigilancia y el control. Nuestro deber es enseñar el amor a Dios. No somos educadores escolapios si no tenemos lo necesario para cumplir con estos deberes.

DIPLOMADO DE PEDAGOGÍA CALASANCIA. MÓDULO IV: PIEDAD
23 – 02 – 2013


El INTELIGENTE

El inteligente prefiere callar. El inteligente sabe esperar. El inteligente alimenta su espera con paciencia y esperanza. El inteligente escoge sus batallas. El inteligente no teme pasar por ingenuo, por inexperto, por ignorante. El inteligente no teme ser subestimado. El inteligente puede perder, sabe perder. El inteligente mientras calla y espera; observa, escucha, arma escenarios y estrategias. El inteligente no vocifera ni se ufana. El inteligente no se preocupa por parecerlo. El inteligente actúa. El inteligente no atesora premios. El inteligente suma logros. El inteligente, cuando gana, si es que gana, no lo celebra, lo saborea y sigue esperando…
23 - 01 - 11

sábado, 17 de agosto de 2013

POR UN MUNDO NUEVO


Quisiera nacer a un mundo nuevo, quisiera que mi hijo estuviera naciendo, no a un mundo preestablecido, no a un mundo plagado de repeticiones de los mismos errores, plagado de la tergiversación de los valores, no a un mundo en el que se trastoca el amor por el odio, la verdad por la mentira, la paz por la violencia, la libertad por la servidumbre, la educación por la ignorancia. Quisiera nacer a un mundo renovado. Quisiera que mi hijo estuviera naciendo a un nuevo mundo, no a un mundo que te obliga y te incita a la medianía, no a un mundo que sólo te deja la opción de lo menos malo, no a un mundo en el que todas las opciones son deficientes, en el que ninguna de las opciones te lleva a encontrar el país que buscas, el país que quieres, el país que necesitas, el país que mereces. Quisiera Nacer a un mundo transfigurado y quisiera que mi hijo estuviera naciendo a un mundo mejor, no a un mundo dividido, no a un mundo asustado, no a un mundo mercenario, no a un mundo conformista, no a un mundo autodestructivo, no a un mundo miope, no a un mundo monocromático, no a un mundo simplista.

Y por más que quiera o quisiera he nacido a este mundo y mi hijo está naciendo a este mundo, en principio preestablecido, en principio tal como es. Es mi deber como ser político y mi derecho como ciudadana cuestionarlo, y mi responsabilidad como madre orientar a mi hijo en lo propio.

A lo largo de estos años, desde que nací como mujer integrante de una familia, de una comunidad, de un país; desde que he desarrollado una identidad, un lenguaje, unas costumbres y una cultura propias, he entendido mi ser político, mi ser social y mi ser religioso. Quien se asuma como apolítico muestra una postura y una actitud un tanto adolescente e inmadura, puesto que ningún ser humano humanizado es ni puede ser ajeno a la política. En todo caso lo que podría alguna persona es no ser o no mostrarse proclive hacia una ideología o tendencia política. Y también pudiera en algún caso negarse a cumplir con un deber o ejercer un derecho, sobre todo por aquello del libre albedrío.

Este ser humanizado, este ser político, que nace en la medida que se hace consciente de su humanización, de su integración a un grupo social y de su proceso de identidad, va desarrollándose, va formándose, va madurando a lo largo de su vida. Y ese grupo social al que se integra y con el que se identifica va desarrollándose, formándose y madurando junto con él. Ha de ser por esto que se suele afirmar que cada país tiene el gobierno que se merece.

Nací en el año 68, diez años habían pasado del movimiento cívico militar que derrocó al  gobierno de Marcos Pérez Jiménez. Comencé a ejercer mi derecho y mi deber ciudadano, comencé a votar, 20 años después, voté por primera vez en el año 88. Viví mi infancia y mi adolescencia dentro del marco político de los gobiernos adecos y copeyanos, quienes fueron ejerciendo alternativamente el poder de la presidencia en nuestro país. Y durante estos años también vi a personajes como José Vicente Rangel y Teodoro Petkoff ser los eternos candidatos de los partidos PCV y MAS, quienes no lograban ganar ni una sola contienda política y ni siquiera recibir una cantidad significativa de votos. Era una época en la que el tarjetón electoral estaba repleto de partidos políticos (URD, MEP, CAUSA R, entre otros), cada tarjeta con un rostro diferente, era una época en la que el proceso eleccionario sólo ocurría una vez cada cinco años y realmente no recuerdo que la suspensión de clases fuera mayor a uno o dos días (tal vez mi memoria me falle en esto).

En mi casa se hablaba de política, mi padre fue un hombre sumamente crítico y cuestionador y nunca mostró afinidad por un partido político en particular, mi madre copeyana hasta el tuétano, pero nunca militante, sólo en el ejercicio del voto, no de carnet, sólo de corazón. Mis hermanos mayores de la izquierda, su voto para el PCV. Yo siempre fui anti copeyana y anti adeca, siempre en busca de una mejor opción, de una opción que me mostrara la posibilidad de un mejor país. Viví, estando en Caracas como estudiante universitaria, el “Caracazo”, el 04 de febrero y el 27 de noviembre. Recuerdo clarito, aquel hombre que salió por primera vez en televisión diciendo “Por ahora los objetivos que nos planteamos no fueron cumplidos en la ciudad capital”, inmediatamente mis compañeras de residencia y yo dijimos, pensamos, unas en voz alta, otras en silencio pasmadas por toda aquella sobredosis de realidad política “escucharon lo que dijo este tipo, ¡por ahora!, qué arrecho es este carajo”.

Quienes desde siempre hemos buscado un país diferente, quienes desde siempre hemos cuestionado lo preestablecido, quienes desde siempre hemos visto la necesidad de una transformación social, no podemos negar que en aquel hombre y en aquel suceso vimos que algo diferente estaba por ocurrir en nuestro país. Y quienes nos mantenemos en la misma posición crítica y seguimos soñando y seguimos buscando un nuevo pías no nos hemos dejado engañar por falsos líderes que nacen de la nada, que son forzadamente forjados para obnubilar a una mayoría susceptible de ser encandilada por sus profundas dolencias y carencias.



Como ciudadana orgullosa de haber nacido y pertenecer a este país, como madre feliz y orgullosa de tener el hijo que tengo, absolutamente consciente y responsable de mi deber y de mi derecho, voy a votar y a seguir votando en contra de lo que no creo, de lo que no quiero para mí ni para mi hijo ni para mi familia ni para mis amigos ni para mi comunidad ni para mi país. Y lamentablemente seguiré votando por la única opción posible, por la única opción que me permite decir esto es lo que no quiero, pero que al mismo tiempo sé que no es la solución. Debo confesar que a lo largo de mi historia política aún no he votado por la opción que deseo, por la opción que merezco como ciudadana, y con esto no pretendo desprestigiar a ningún candidato político, cada uno se encarga de su propio desprestigio muy bien. Éste es un país que hasta ahora  sólo ha sabido buscarse a sí mismo, lo cual significa que nunca se ha perdido, simplemente no ha sabido hallarse. Hemos sido un país eternamente adolescente y por eso es que es tan fácil doblegarnos.  Como ciudadana guardo la esperanza de que seamos como el junco. Como madre guardo la esperanza de que mi hijo sí logre nacer a un nuevo mundo.

Sin duda alguna somos los protagonistas de un momento histórico interesantísimo, el cambio más importante ha sido el de la conciencia ciudadana, el descubrirse y actuar como verdaderos seres políticos sin importar la edad que tengamos. Esto no soluciona la escasez, la inseguridad, la violencia, la ignorancia, el retraso económico, la involución, la mediocridad. Este país no es mejor que el que viví en mi infancia, adolescencia y juventud; pero debo decir que tampoco es peor, hemos mejorado en algunos aspectos y hemos empeorado en otros. El verdadero problema es que no hemos avanzado, estamos anclados, estamos varados, estamos atascados. Basta de creer que vamos en progreso cuando no es así, basta de creer que alguien nos va a hacer avanzar por un camino, cuando no es así. Quisiera que cada quien ejerciera su voto con madurez, con libertad, con convicción. Quisiera que cada votante después de ejercer su deber y su derecho supiera verdaderamente por quién y por qué votó, si fuera así ya se sentiría ganador sin importar los resultados. Si fuera así obtendríamos el mejor resultado, no para una persona, ni para un grupo, obtendríamos el mejor resultado para el país.


Basta de buscar a un país, vamos a encontrarlo y a construirlo. Basta de “por ahoras”. Basta de nacer a un mundo preestablecido, vamos a nacer a un mundo nuevo. La verdadera transfiguración debe ocurrir en cada uno de nosotros, nadie debe decirnos en quién creer, nadie debe decirnos en qué creer, nadie debe decirnos qué camino transitar. Nosotros como país debemos construir el camino por donde deben transitar nuestros dirigentes, nosotros como país debemos elegir a quiénes van a ejercer el liderazgo y a ellos le debemos decir qué hacer y cómo hacerlo, no es una persona caminando al frente mostrándonos un camino, es una persona caminando entre nosotros construyendo junto con nosotros el camino. No es ir a ciegas creyendo en un líder auto nombrado, o nombrado desde un antojo. Es ir con visión 20/20 creyendo en el país que todos deseamos construir.

13 de abril de 2013

A Carlita a quien quiero inmensamente,
me pediste que escribiera algo y esto fue lo que salió.

A mi hijo, como cada una de las cosas que hago en y con mi vida.

HOY COMO AYER


Hoy como ayer, la Escuela Pía parte de la realidad, primero es necesario conocerla, luego desde ese conocimiento identificar las oportunidades que permitirán hacer realidad el proyecto, el sueño.

              Hoy como ayer, los Padres Escolapios visualizan los cambios que viene viviendo la sociedad, los cambios que inciden en nuestras obras, los cambios que debemos asimilar y los cambios que debemos promover.

              Hoy como ayer, el proyecto de la Escuela Pía parte de un fin, la necesidad de transformar la sociedad. Para los Escolapios la educación es el medio y la evangelización es la clave. Educar evangelizando y evangelizar educando. Enseñar la cultura y la ciencia traspasadas por la fe. Enseñar la fe imbuida en la cultura y la ciencia.


              Hoy como ayer, los escolapios optamos por los más desfavorecidos, hoy al igual que ayer creemos en la fusión de la piedad y las letras, apostamos por la formación espiritual e intelectual. Hoy como ayer sentamos las bases para la construcción de un mundo nuevo en el que podamos hacer realidad nuestros sueños en un medio hostil y conflictivo.

              En el Proyecto Educativo de los Colegios Escolapios de Venezuela se observa a simple vista que está inspirado en el estilo e intuiciones de José de Calasanz, presenta el marco referencial de la realidad venezolana describiendo el contexto cultural, social, religioso y educativo.


Así como Calasanz dio respuesta a una necesidad existente en la realidad de su época, en este proyecto el ideario configura la propuesta educativa que se ofrece a nuestra sociedad venezolana, con el cual se pretende dar respuesta a las necesidades locales. Manifiesta en forma explícita el firme deseo de continuar la dedicación, la entrega y la misión de educar resaltando actitudes y criterios heredados del fundador y que se han mantenido a lo largo de la tradición escolapia, a saber: el lema Piedad y Letras; el carácter popular; el trato paciente, amoroso y respetuoso hacia los estudiantes; la educación de calidad como medio de transformación social; la atención desde la más tierna edad; la educación para la vida; el ser cooperadores de la Verdad; la entrega; la responsabilidad; el método preventivo; la escuela graduada e integral y la colaboración de los laicos en la misión compartida.

              Hoy como ayer los escolapios saben ver el imperativo de la pluralidad y la necesidad de adaptarse a las diversidades propias de la sociedad, la cultura, la historia y la geografía en la que se va arraigando la Escuela Pía. Por ello es imprescindible conocer los caracteres distintivos y los valores propios de Venezuela, cómo se relacionan en el marco mundial y cómo potenciarlos. De esta manera es como se logra proponer un proyecto educativo con identidad escolapia que pueda dar respuesta a la realidad de nuestro país.


              Así mismo como Calasanz lo hizo cuando crea la primera escuela pía con el fin de dar respuesta a la problemática que vivía la sociedad romana del S. XVII. Y con esto buscaba el Santo, más que albergar niños ociosos, pobres y abandonados, buscaba más, mucho más, buscaba educarlos, buscaba darles una educación de calidad formando su mente y su espíritu, con el fin de insertarlos de manera productiva en la sociedad. Así mismo, hoy como ayer, los escolapios buscamos lo propio. Venezuela no es Roma, éste es el S. XXI y no el S. XVII, Caracas no es el Trastévere, los escolapios de hoy no somos santos; pero el fin motivador transciende tiempo y espacio, la lectura de la realidad nos dice que siempre existen niños, niñas y adolescentes necesitando que su realidad sea transformada, que la sociedad y el mundo permanecen en constante cambio y construcción. Es por esto que en el proyecto de nuestros colegios la finalidad es la educación integral de calidad para formar promotores de cambios que logren transformar la sociedad. Se ofrece una educación en valores, que impulse el desarrollo de la personalidad, para el trabajo, la formación continua, que fomente el compromiso social, el compromiso cristiano, y la vivencia de la fe cristiana.

              Las intuiciones de José de Calasanz nos muestran a un hombre visionario, que supo interpretar la realidad de su época y supo adecuarse a los cambios que se estaban viviendo, creando una estructura de colegio que garantizara la atención a los aspectos fundamentales de la formación de sus estudiantes respetando las diferencias individuales, las etapas evolutivas, la orientación vocacional, la enseñanza de los conocimientos esenciales en lenguaje, matemáticas, ciencias, historia, asiéndose de los mejores docentes y aplicando los métodos más sencillos. Hoy como ayer, la propuesta de los escolapios recoge esto y lo presenta en la dimensión del crecimiento personal, la dimensión pastoral y la dimensión social; en las que se definen los objetivos generales. La metodología general descrita desde lo personal, lo significativo lo familiar, lo comunitario, lo participativo, lo vivencial, lo activo, lo organizativo y transversal. La evaluación como un proceso coherente, valorativo de los logros alcanzados, motivador de todos los participantes y retroalimentando el proceso educativo.



      En el proyecto de los colegios escolapios de Venezuela encontramos pistas para la aplicación de la propuesta de la educación que ofrece, describe al estudiante que queremos y al educador que necesitamos.

      Hoy como ayer se comprende con claridad meridiana la preponderancia del docente en la labor de educar siguiendo los pasos de Calasanz. El docente debe estar bien preparado en lo académico; debe ser consciente y consecuente de su rol de educador; debe ser partícipe del estilo de nuestros colegios; que se implique personalmente y con estas características: madurez y equilibrio personal; capacidad de comunicación y de trabajo en equipo; actitud vital de superación, de progreso; opción creyente y cristiana; compromiso en favor de los demás. Hoy como ayer necesitamos de los mejores para el mejor trabajo, hoy como ayer requerimos de hombres y mujeres comprometidos con la misión de educar, auténticos cooperadores de la Verdad, verdaderos promotores del cambio que hace falta, transformadores de la sociedad y de la iglesia.

      Calasanz supo ver y diseñar la estructura física de las instalaciones del colegio, supo ver y organizar la estructura jerárquica del personal que debía laborar en las escuelas. Le dio la justa dimensión e importancia a las normas de convivencia y humanizó lo suficiente las medidas disciplinarias. Valoró el papel de la familia, supo darle su lugar, su importancia y sobre todo estuvo claramente delimitado el espacio de acción de la escuela y el espacio de acción de la familia, donde empieza y termina cada uno, hasta donde llega cada uno.


      Hoy como ayer, salvando las distancias y las diferencias temporales y espaciales, los escolapios en nuestro proyecto educativo para los colegios venezolanos ofrecemos lineamientos fundamentales que definen cómo debe ser la estructura física de las instalaciones, la estructura organizativa del personal y la relación con la familia adecuando todo esto a las necesidades de nuestra realidad venezolana.

      Para José de Calasanz la escuela debía ser el espacio disponible a tiempo completo para la formación de los niños de su época, para aquel entonces ya sabía nuestro Santo que el ocio sólo podía combatirse de esta manera. Trocó la calle por la escuela, el tiempo de ocio por tiempo de formación productivo, violencia y vandalismo por experiencias de aprendizaje y de crecimiento personal. Es por esto que hoy como ayer, ofrecemos a nuestros estudiantes actividades extraacadémicas, ofrecemos actividades de pastoral extraescolar y pastoral vocacional. Nuestros niños, niñas y adolescentes, hoy como ayer, viven la soledad, el abandono y la violencia.



      Hoy como ayer nuestros colegios deben ser lugar de encuentro, espacios que ofrezcan la oportunidad de construir un mundo diferente porque formamos personas capaces de cambiar su propio mundo y de transformar el mundo que le rodea.




DIPLOMADO DE PEDAGOGÍA CALASANCIA, MÓDULO V: LETRAS
Caracas, 30 de abril de 2013

              

SER COMO CALASANZ

 Mucha razón tenía Calasanz cuando afirmaba que el docente no sólo se hace, además debe nacer.

¿En qué se puede parecer uno de nuestros profesores o maestros a Calasanz? ¿Sería acaso muy osada  esta comparación? ¿Cabe el símil entre uno, cualquiera, de nuestros docentes, de uno, cualquiera de nuestros colegios; no con el genio, no con el santo; sino con el Hombre que fue Calasanz; o, mejor aún, con el Maestro Calasanz?

A Calasanz le debemos su pedagogía preventiva, el método sencillo y eficaz; la graduación y uniformidad de los colegios en distintos lugares del mundo; el trato humano, cercano y paciente; el acceso de los más pobres y de baja condición a estudios superiores. Y aunque todo esto ya parece suficiente para hablar del importante aporte de su genio, pues es necesario decir que no lo es, al menos no lo es todo y aunque pueda sonar un poco extraño, ni siquiera es lo más importante. Todo su genio y toda su santidad están plasmados en su mayor logro, hace de la enseñanza y de la educación un don, “un talento entregado por Dios en las manos del hombre”. Diviniza la educación y santifica la enseñanza. Y el docente, a través de su relación con las personas, especialmente con los más pequeños, es el creador de un mundo nuevo.

En la mayoría de las imágenes en las que el Santo aparece con niños, se le observa
ligeramente encorvado, agachado, sentado, con niños sobre su espalda. En estas imágenes se refleja siempre abajado, como buscando un tú  a tú con los pequeñines, acercándose a su mundo y acercándolos al mundo. Calasanz es el maestro que se hace pequeño para que su alumno pueda crecer. Cuando vemos en una imagen a un niño encaramado en la espalda de Calasanz, vemos al maestro mostrándole el mundo a su estudiante desde una perspectiva distinta, es el maestro que le está mostrando el mundo posible, uno más humano, más justo, más vivible, más amable y más divino.

¿Nosotros, que también somos Calasanz, cuánto nos acercamos a ese “Ser Maestro”?
¿Ese maravilloso estilo de nuestro Santo, dónde y cómo lo aprendió, se debe a sus estudios de Latín, Filosofía y Teología? ¿Se deberá a la formación de sus padres, a los valores inculcados por ambos, madre y padre? ¿O vendrá de algo más, tal vez de aquello que inspiraba sus juegos infantiles, cuando jugaba, montado en un árbol, cuchillo en mano,  a matar al demonio?

Quiso Calasanz, pudiera decirse desde siempre, ser sacerdote. Tanto lo quiso, que supo y pudo superar todos los obstáculos. Quiso ser el mejor. Sabía que para ello debía prepararse, estudiar mucho. Lo hizo. Logró títulos. Y, como cualquiera que quiere ser el mejor, no se conforma,  busca más. Y como todo el que busca, debe echarse a andar. Calasanz sabía que Dios lo llamaba, así que le escuchaba, le atendía y le seguía. Anduvo Calasanz todo un camino creyendo que lo que él  buscaba era lo que Dios quería. Llegó al lugar donde debía estar, sus ojos vieron la realidad que debía ver y su corazón descubrió al fin el verdadero sentido de su vida. Inspirado por Dios, a través de los niños más pobres, descubre su verdadera vocación.

Calasanz se había formado para ejercer aquello para lo que en él ya había nacido, para ejercer aquello para lo que él estaba destinado. Le tocaría luchar, ya no como niño, ahora como hombre, contra las más duras adversidades, y le tocaría soñar y hacer realidad esos sueños.

¿Cuántos de nosotros, docentes escolapios, nos dejamos impactar por la realidad de nuestros estudiantes? ¿Cuántos de nosotros, docentes escolapios, nos hemos dejado interpelar por esa realidad? ¿Cuántos de nosotros, docentes escolapios, habremos hecho un recorrido similar para descubrir nuestra verdadera vocación y asumir nuestro trabajo como un compromiso de vida irrenunciable?

Pudiera parecer que estos cuestionamientos, en cuanto a la comparación entre un docente de uno de nuestros colegios con el hombre y el maestro que fue José de Calasanz, es una vana presunción, o hasta una cosa exagerada. Valdría la pena hacer un ejercicio de imaginación. ¿Qué tan distinto y difícil sería para uno de nosotros ser maestro en la época de Calasanz? Y, ¿qué tan diferente sería para Calasanz ser maestro en uno de nuestros colegios?

En nuestro país existe pobreza extrema, delincuencia, desempleo, crisis de valores, marcadas divisiones por diferencias políticas. Tenemos un sistema educativo, que a pesar de todos los esfuerzos gastados, no ha logrado niveles de calidad, ni la inclusión, ni garantizar la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación superior. Salvando las distancias cronológicas, geográficas  y culturales, me arriesgo a afirmar que hay muchas similitudes entre el Trastévere de Roma y nuestra Catia de Caracas. Si yo hago el ejercicio de imaginación, veo a Calasanz haciendo en mi colegio lo que hacía en Santa Dorotea y San Pantaleón. Y quisiera verme a mí misma, y a cualquiera de nuestros docentes, haciendo un poco de lo que él hacía en aquellos lugares.


Sin duda alguna que viajar en el tiempo no sólo es imposible, es además innecesario. Creo, y quiero creer, que ya tenemos aquí a Calasanz en cada uno de nosotros. Calasanz es la verdadera vocación, que algunos ya habrán descubierto y que otros tantos están por descubrir. Creo, y quiero creer, que no gastamos nuestros esfuerzos en mejorar nuestra práctica pedagógica, que más bien los enriquecemos con nuestro contacto humano, con nuestro acercamiento a la realidad de nuestros estudiantes, con nuestro dar amor, con nuestra paciencia y con nuestra humildad. Creo, y quiero creer, que los docentes que nos formamos y nos seguimos formando también hemos nacido para esto. Y sobre todo, creo y quiero creer, que la vida de Calasanz es, además de ejemplo, inspiración para todos los que, al igual que él, sin ser santos, recibimos el talento de la educación y ejercemos la enseñanza como un compromiso de vida. 

Diplomado de Pedagogía Calasancia, Módulo I
Editorial de SOMOS CALASANZ. 
Edición Especial. Fina de Curso 2012 - 2013