lunes, 24 de agosto de 2020

Esa llamada... Cuando la Vocación se hace Cultura

 


    Esa llamada que nos mueve, que nos interpela, que timbra nuestro ser y nos hace ver de un lado a otro. Esa llamada que se toma su tiempo, porque sabe esperar por un corazón atento y por una visión acuciosa de la realidad. Es la llamada que ilumina el camino que hemos de andar y nos ubica en el lugar donde tenemos que estar. Es la llamada que llega después de un proceso, que puede ser más o menos largo, al llegar se hace permanente, sobresalta el corazón y se traduce en la firmeza de una convicción irrenunciable. Esa es la llamada. Es el tun tun y la puerta que se abre. Luego, solo resta la decisión.

 

         La vocación se hace cultura en una institución educativa cuando en el hacer cotidiano vemos actividades destinadas al autoconocimiento, a ese proceso de (auto)descubrirse, de ver dentro y fuera, para poder encontrar lo mejor de sí mismo a través de acciones reflexivas, que brinden la oportunidad de compartir el tesoro que todo ser humano lleva en su interior. Aún más, en una institución educativa la cultura vocacional no solo se gesta desde lo planificado o en acciones ya previstas y estructuradas. La vocación se hace cultura cuando se vive en el día a día, en lo espontáneo y en lo informal; en las conversaciones de pasillo durante los recesos, por ejemplo.

 

         Esta llamada llegó a la vida de Calasanz en su edad adulta, la puerta se abrió para mostrarle la realidad de los niños del Trastévere del S. XVII, creyó Calasanz que viajaba a Roma por una Canonjía, cuando en realidad viajó para encontrar el sentido de su vida, el sueño al que dedicaría su vida, el mismo que sería su legado, dándole sentido a la vida de otros, dándole sentido a nuestras vidas. Vio en los niños la forma definitiva de servir, a través de la educación, para la transformación de la sociedad.  

 

         En la Escuela Pía impulsamos la cultura vocacional en cada Plataforma que integra la Presencia, desde cada cargo desempeñado, desde cada nivel educativo, desde la labor de los colaboradores y del voluntariado. Para ello es necesario incitar en nuestra gente la pregunta: cómo promover la cultura vocacional desde el Centro Cultural, desde Itaka, desde el Movimiento Calasanz. Qué acciones se pueden emprender para estimular la vocación en los estudiantes, desde los más pequeños de Preescolar hasta los mayores de Quinto Año de Secundaria. Qué se puede hacer como docente, directivo, obrero y administrativo para fortalecer la cultura vocacional en nuestra Presencia. 

    Nuestro corazón no solo puede ver, también puede escuchar, es necesario prepararlo para ello, así como hizo el zorro con el Principito.

 

         La Escuela Pía brinda oportunidades en cada uno de sus espacios para dejarse encontrar por esa llamada y va abriendo las puertas para todo aquel que se deje atrapar y decida entrar. Entrar es asumir el compromiso de compartir la misión, con un estilo propio, atreviéndose a hacer la diferencia y a ser diferente.

 

         La Escuela Pía tiene la riqueza de las diversas formas de participación. Todos los que integran cada una de las Plataformas, desde su cargo a través de sus funciones y tareas cotidianas comparte la misión. Quienes se sienten llamados a algo y se van implicando un poco más allá de sus funciones y tareas tienen las opciones de la Misión Compartida, la Fraternidad y la Vida Religiosa. No todos somos llamados a ser educadores, no todos somos llamados a ser religiosos. Todos somos llamados a algo, a un compromiso. Seamos religiosos o laicos; seamos docentes, administrativos u obreros; nos unirá la vocación de servicio a través de la educación; nos unirá la fe; en definitiva, nos unirá Calasanz.


    La vocación calasancia vive en la Presencia Escolapia de Caracas, en cada Plataforma: Colegio, Centro Cultural, Movimiento Calasanz y en la Red ITAKA. Sobre todo vive Calasanz en su gente. La gente comprometida que se deja atrapar, opta de manera definitiva, comparte la misión y vive al estilo escolapio.

domingo, 23 de agosto de 2020

Inducción Calasancia

 


Hace poco alguien me preguntó ¿Qué es para ti la Educación Calasancia?  Para responderle pensé por un momento en lo que he aprendido de los escolapios que conozco, en lo que he aprendido a través de su ejemplo. Pensé por un momento en nuestro Colegio, en lo que hacemos a diario. Como se trataba de alguien que apenas se inicia en la formación escolapia y comienza a dar sus primeros pasos en uno de nuestros Colegios, pensé que la mejor respuesta sería una breve inducción Calasancia. 

La Educación Calasancia es más que teoría pedagógica, es práctica permanente de las enseñanzas de Calasanz, que progresivamente se van adaptando a la realidad y al contexto.

La Educación Calasancia es Servicio. Educar siguiendo los pasos de Calasanz es el servicio entregado y desmedido a la formación de todos los niños, niñas y adolescentes; en especial de los más necesitados.

La Educación Calasancia es compartir la Misión de Evangelizar a través de la Educación. Es Anunciar el Evangelio transmitiendo la Palabra de Dios mediante acciones educativas. Un Educador Calasancio no separa la Formación en la Fe de la enseñanza de la Lengua o de las Ciencias. Dios se hace presente en cada clase, en cada contenido, en cada actividad. En nuestros Colegios Calasancios Dios está tan presente en la clase de matemáticas, en el juego, en el deporte, en la música, en el receso; como lo está en la clase de Fe y en la Oración continua.

La Educación Calasancia es Formación Integral y de Calidad. El Educador Calasancio forma en la Piedad y en las Letras. Forma en lo académico y en lo espiritual buscando la integridad y la integralidad del ser humano. Formar en las Letras es predisponer la menta para el deseo inagotable de aprender desarrollando las habilidades para el buen hacer. Formar en la Piedad es predisponer el corazón para el servicio solidario.

La Educación Calasancia es Prevención porque procura esa formación integral desde las edades más tempranas impregnando al ser de los valores y de la Gracia de Dios. El Educador Calasancio es aguerrido, se crece en medio de las dificultades, siempre contagiando la alegría y la esperanza.

La Educación Calasancia es Innovación porque prefiere simplificar los métodos tornando más fácil, más sencillo y más eficaz el quehacer educativo. El Educador Calasancio es atrevido e intuitivo, es acucioso en el análisis de la realidad, está continuamente (auto)formándose aplicando metodologías novedosas para dar sentido al aprendizaje.  

La Educación Calasancia es Transformación porque no se deja vencer por las dificultades, el Educador Calasancio es un emprendedor con espíritu revolucionario, ante la crisis es proactivo y creativo, es capaz de reconocer las posibles soluciones generando mudanzas positivas. La Educación Calasancia insistentemente busca transfigurar las adversidades en oportunidades de mejora y crecimiento, para ello se enfoca en el desarrollo de un liderazgo colaborativo promotor de cambios sociales necesarios.

A mi interrogador neófito le queda por descubrir desde su propia  experiencia que sea ésta precisamente la Educación que soñó Calasanz e hizo realidad en aquella Roma convulsionada del siglo XVII. Así como yo voy viviendo “Hoy como Ayer” este sueño posible, que a paso acompasado vamos haciendo realidad cada día en nuestra convulsionada Caracas del siglo XXI. 



#23Ago #MesCalasancio

“Del corazón de Calasanz al nuestro”

viernes, 5 de junio de 2020

EDUCAR PARA LA TRANSFORMACIÓN


Ecología Integral: Pedagogía para el cuidado de la “Casa Común”  LAUDATO SI`



Ya sabemos que el mundo está en permanente cambio, esto es tanto inevitable como necesario. También debemos saber que no todo cambio es deseable ni conveniente. Hay cambios deseables y cambios no deseables. Hay cambios convenientes y cambios no convenientes. Por más que el hombre ha generado “progreso”, no ha logrado igualar a la naturaleza, todo ese progreso, entre comillas, ha producido desechos, que van cada vez más en aumento, y no logra producir los mecanismos para reutilizarlos. El hombre ha convertido el mundo en un gigantesco basurero.

Por efecto de la acción humana el mundo se ha convertido en un entorno dañino. ¿Y a quién afecta esto? ¿Quiénes son los más perjudicados? No debería hacer falta responder a estas preguntas. De sobra es sabido que los más afectados son los pobres, los excluidos y los países en vías de desarrollo.
En palabras del Papa Francisco, “El hombre moderno no está preparado para utilizar el poder con acierto”. Sigue el Papa, “el derecho al agua potable y segura debería ser un derecho humano básico”. Además nos invita al cuestionamiento, ¿cómo cambiar de estilo de vida?, ¿cómo cuidar “La Casa Común”?, ¿cómo cambiar esta realidad?

El mundo vive una crisis socio-ambiental, en el que se necesita combatir la pobreza, devolver dignidad y cuidar la naturaleza.

¿Nuestras instituciones están deterioradas, debilitadas, enfermas? Cómo no van a estarlo. La salud de las instituciones depende del ambiente y de la calidad de vida de las personas.  El deterioro del ambiente se refleja en pérdida de libertad, injusticia y violencia.

Debemos afinar nuestros oídos, escuchar el clamor de la tierra y de los pobres. Urge indignación y Redes Sociales efectivas. Urge que renazca el espíritu humanizado y humanizador, debemos practicar el diálogo social, reconocer al otro y valorarlo “como otro”. A esto nos invita el Papa Francisco. No solo a la reflexión, no solo a la toma de conciencia, nos invita a actuar. He aquí el cuidado de nuestra “Casa Común”, hermosa metáfora que nos regala el Papa.

Cuidar la tierra es cuidarnos. Somos tierra. Cuidar el agua, el aire, el suelo, las plantas, los animales; es cuidarnos. Somos el planeta, sus elementos nos alimentan y nos mantienen vivos. Cuidar el planeta es garantizar libertad, justicia y paz.

En las Escuelas es necesario comenzar a aplicar metodologías en pro del desarrollo de las competencias blandas, además de desarrollar las habilidades propias del conocimiento. Es necesario integrar al Curriculum la educación en valores, la  educación emocional y la educación ambiental como ejes transversales. No se desarrolla la inteligencia musical  porque se hace un juego de adivinanzas, no se está educando en conciencia ecológica porque el niño pintó cajas de cartón para separar los desechos.  En las escuelas debemos activar procesos, que se desarrollen desde los grados más pequeños y continúen progresivamente a lo largo del recorrido académico de cada estudiante. En ese proceso deben estar claros los ejes transversales: Educación Ambiental, Educación Emocional, Educación en Valores. La inteligencia es múltiple, esto significa que no es parcelada, es imposible separarla, significa que el estudiante debe enfrentar diversidad de situaciones estimulantes en las que se van activando las funciones propias de las habilidades motrices, lingüísticas, lógico-matemáticas, musicales, comunicativas, sociales y emocionales. En esto es clave el trabajo basado en proyecto, la integración de las áreas de formación y las metodologías activas.

Es evidente que para enfrentar creativamente cualquier ODS debemos poner como centro a los pobres. El estudiante necesita aprender a relacionarse consigo mismo, con la naturaleza, con la vida. (Si quieren hablar aquí de inteligencias múltiples, consideremos la personal, la intrapersonal , la interpersonal , la naturalista y por supuesto la emocional).


En la educación centrada en el estudiante, es él el que educa. El docente debe renunciar a su protagonismo y preparar el escenario para que los principales actores se luzcan. Deberá entender el docente que su papel allí es para presentar la realidad, hacerse responsable de ella y generar vínculos. La escuela ha de ser la comunidad en la que todos nos educamos, docentes, estudiantes y representantes.

Si de verdad queremos salvar vidas, tenemos que propiciar el encuentro con el otro, el encuentro con los pobres. Si no hacemos esto, podemos haber leído  toda la Encíclica “Alabado Seas, Mi Señor” y habrá quedado en eso, en solo lectura. La acción a la que nos llama el Papa, es a salir, la Iglesia debe salir, la Escuela debe salir. Salir al encuentro con el otro para reconocerlo “como otro”.

¿Qué puede hacer la escuela para enfrentar la pobreza, para enfrentar la injusticia, para enfrentar la violencia?

La escuela debe atreverse a salir. En las escuelas debemos atrevernos a generar experiencias significativas. No bastará una foto, no bastará un video, ni la lectura de un texto. No será suficiente una semana dedicada a la justicia y a la paz, no será suficiente una campaña de solidaridad, no bastará celebrar el día de la tierra, del agua y la prevención. Será necesario que nuestras escuelas aprendan a educar con metodologías basadas en procesos. Los docentes debemos aprender a diseñar estrategias que se traduzcan en la vivencia de experiencias con sentido. Un verdadero cambio podría ser que las materias o áreas de formación solo fueran un medio y no el fin.

Un ejemplo de esto lo tenemos en el Colegio Calasanz de Carora, donde las experiencias significativas son más que actividades atractivas y dinámicas, son actividades que propician el encuentro con el otro, son actividades transformadoras, que pueden desencadenarse en experiencias de servicio y voluntariado. Con propuestas pedagógicas cono Diseña el Cambio, Aprendizaje Experiencial, Escuela en Salida; los estudiantes desde Inicial, Primaria y Secundaria viven experiencias de humanidad y de encuentro con los más pobres.

domingo, 5 de abril de 2020

ORACIÓN DÍA 21 DE CUARENTENA

Oración



Domingo de Ramos 05/04/2020


Día 21 en cuarentena


PREÁMBULO:


Mi vida ha dado tantos vuelcos, con ellos mi religiosidad ha evolucionado, he ido de la fe autómata al ateísmo para desencadenar en una religiosa adulta, sensata y profunda. He vivido despedidas y bienvenidas que me han marcado drásticamente. La primera, la muerte de mi hermano mayor, Mi Antonio. La segunda, mi embarazo y nacimiento de mi hijo. La tercera, la más reciente, la muerte de Mi Ramón, quien fuera mi hermano, amigo, cómplice y compañero de vida. Cada una ha marcado un antes y un después. Cada una ha provocado tal desajuste, ha hecho reestructurar mi ser por completo, ha redimensionado mi mundo, ha cambiado radicalmente mi perspectiva de mi vida y de la vida, me ha hecho ver con nuevos ojos.

Debo reconocer que los cambios se han dado por experiencias totalmente personales, muy íntimas, que me involucran e involucran a mi familia.

Hoy, creo que mi vida es dejando de ser lo que era, para convertirse en… lo que será. Por primera vez mi vida está cambiando a la par de la vida de otros, con los otros y al igual que los otros ignoro lo qué vendrá.

Cada día de esta cuarentena es atesorable, por lo terrible, por lo desgarrador en pérdidas humanas, por la incertidumbre cotidiana, por las grandes paradojas: el aislamiento nos ha unido, desconectarse para conectarse, la mayor muestra de afecto es el distanciamiento, quedarse en casa no es vacación. Y por las grandes preguntas: ¿Cuándo pasará? ¿Qué pasará cuando pase, qué pasará con el mundo, con la vida y con nosotros? ¿Volveremos a la vida de antes? ¿A qué volveremos? ¿Seremos transformados? ¿Seremos capaces de transformar?

Hoy ha sido un día especial, de encuentro y de oración, en este Blog voy dejando mis escritos, los que considero más significativos. Este Blog es mi regalo para mi hijo, todo lo que voy dejando aquí es para él.

Hoy compartí la oración con mi familia Calasancia por un grupo de whatsApp creado especialmente para vivir juntos la Semana Santa. Hoy hice la oración con mi hijo a través de una video llamada. Hoy vi un video hermoso de un orfeón unido en la distancia a través de una canción. Hoy todo me habló de encuentro, me habló de posibilidades, me habló de unión y de cercanía.

Dejo en mi Blog la oración completa, pues en el WhatsApp tuve que resumirla. Y comparto con todos el regalo de mi hijo y la bendición de este día. 

INTRODUCCIÓN A LA ORACIÓN:



Lecturas: Mt. 21,1-11 / Is. 50, 4-7 / Sal. 21 

Filip. 2, 6-11 / Mt. 27, 11-54


A veces uno se pregunta, ¿qué me ha dado Dios?, a veces es difícil hallar respuesta. Según Isaias, nos ha dado lengua, oído y espalda; con ello capacidad de habla, escucha y aguante. ¿Solo eso, nos ha dado? Pues, Isaias nos recuerda que con ello nos ha dado lo más valioso, su ayuda. Y es por su ayuda que podemos sobreponernos a los insultos, desmanes y atropellos. Con la lectura del Salmo, sabemos que el recorrido es difícil, enfrentamos humillaciones, burlas y mal trato, nos tuteamos con la injusticia y en medio del pesar más profundo, increpamos, “Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Y hasta suplicamos, como Jesús lo hizo, “Señor, no te alejes, fuerza mía, date prisa en ayudarme”

Hoy Domingo de Ramos, recordamos el recibimiento de Jesús en Jerusalen, su entrada triunfal, en medio de alegría y obsequios. Fue el preludio de su pasión, muerte y resurrección. Jesús iba sencillo, seguro y ya sabido de lo que venía. Había preparado su espíritu y preparaba a sus discípulos. Y ellos primero muy incautos, fueron convenciéndose luego, según se topaban con la realidad.

En definitiva Jesús cumpliría su misión, porque entendía que aquello para lo que estaba destinado era mucho más grande que él, mucho más grande que su vida. Jesús trasciende y se transfigura porque vive una fe inquebrantable. Aun conociendo las dificultades acepta y entrega su vida. En medio del dolor no desiste. No se deja tentar del mal, ni se deja engañar con vítores y obsequios. 

¿De qué manera acompaño hoy a Jesús?


Haciendo las lecturas, podemos ver distintas formas de acompañar. Haciendo fiesta, halagando, obsequiando y luego dando la espalda; como hizo el pueblo de Jerusalen. Haciendo promesas, dando juramento de lealtad y fidelidad y luego, muerto de miedo, negando y renegando; como hizo Pedro. Mostrando amistad, cariño y cercanía, luego traicionando y vendiendo; como hizo Judas. Siendo la autoridad, defendiendo el orden y las leyes; luego juzgando, sentenciando y lavándose las manos; como hizo Pilatos. O podemos acompañar como María con un amor incondicional capaz de vivir y soportarlo todo.

Y así cómo estamos en el rol de acompañante, también nos toca el otro lado, el de ser acompañado. Desde allí nos vemos en el camino, en el que podemos recibir la sinceridad como la hipocresía, el abrazo como el golpe, el gesto amable como la agresión, el apoyo como el abandono. Y tal vez haya alguien que nos dé ese cobijo de amor materno que nos haga sentir amados.

En este tiempo somos llamados, como dice la lectura de Isaias a ser palabra dicha, a ser escucha atenta y espalda fuerte. Y recordar que Dios está aquí en nosotros dándonos fuerzas, todas las necesarias, no solo para soportar, más bien para fortalecernos, salir airosos y cada vez mejores seres humanos.


En este tiempo de cuaresma que se nos unió con la cuarentena, he visto tantas muestras reales y vívidas de que Dios sale a nuestro encuentro en cada instante. Estamos viviendo tiempos tan difíciles, tan complejos, de tanta violencia, de tantas carencias, de tanta enfermedad y muerte; que no dudo que cada uno de nosotros nos preguntemos ¿Dios mío, por qué nos has abandonado? Respiremos profundo, detengámonos, miremos nuestro interior con serenidad, busquemos lo mejor de sí y seamos felices con ello. Veamos luego a nuestro alrededor y seremos capaces de ver a Dios hacerse el encontradizo:: Hoy en la misa oficiada por el Padre Melvin nos sentí unidos como familia calasancia, en la oración que hice junto con mi hijo a través de una video llamada, me sentí unida a él. En cada estudiante angustiado con las tareas, en cada representante que se queja del docente, en cada tarea que se multiplica en cientos en nuestros correos, en cada hombre y mujer que sale a la calle a trabajar porque no tiene opción o porque es su misión, en los que siguen en la calle porque no tienen a dónde ir, en todas las personas que han sabido hallar en la tecnología un medio para unirse un poco más, para ser más cercano en el aislamiento… 

Compromiso hecho con Luis en nuestra oración


Dios no se cansa de esperar, Dios actúa y sale a nuestro encuentro.



Hoy, estuve haciéndome esta pregunta: ¿De qué manera acompaño a Jesús?

(Tal vez, la mayoría hubiera esperado la pregunta al revés)


Hoy acompaño a Jesús desde mi ser docente y mi ser madre.
Hoy acompaño a Jesús recibiendo todo lo que sale a mi encuentro, lo positivo y lo negativo.
Hoy acompaño a Jesús con la disposición de sobreponerme a las dificultades, dispuesta a ser transformada y a transformar.
Hoy acompaño a Jesús con cada palabra, con cada gesto que brinde a mi prójimo, con la paciencia que debo seguir cultivando, con la humildad necesaria para reconocer que debo aprender y aprender mucho, con la prudencia para arriesgar y arriesgarme solo por el bien del otro, con la discreción de ahorrar palabras y derrochar silencios, con la alegría que siempre debo contagiar, con la felicidad que siempre debo compartir, con mi servicio sin horario y mi entrega desmedida.


Y, por supuesto, hoy acompaño a Jesús con mis errores, que me enseñarán y harán mejor, con mis defectos que me recordarán mi vulnerabilidad, con mis problemas que alterarán mi paz, con mis tristezas que empañarán mi visión, con mis molestias que van a electrizar mi corazón, con mis dudas y miedos que inquietarán mi alma, con mis caídas que me obligarán a levantarme para seguir adelante.

Hoy quiero pedir a Dios por cada uno de nosotros, que siga fortaleciendo nuestra fe, que siga siendo el apoyo y la ayuda que tanto necesitamos para continuar en nuestro servicio. Que no olvidemos que Dios no se cansa de esperar, que recordemos que Él siempre sale a nuestro encuentro.

Y quiero dar gracias por tantas muestras de la presencia de Dios entre nosotros. Dar gracias por el encuentro que nos une en y desde la distancia.

Cada uno de nosotros es un regalo. Dios nos bendice al reunirnos. Vamos a cuidarnos, a protegernos y a proteger a nuestra familia. Esto pasará. Volverán los abrazos. Volveremos a una vida nueva y volveremos nuevos.

Amén.
Demos gracias por este momento de oración y por este día.


#PascuaEscolapiaEnCasa
#JesusVIVEyTeQuiereVIVOenCASA
#NosQuedamosEnCasa
#TodoVaASalirBien
#CalasanzCaracas
  




domingo, 3 de marzo de 2019

LA RESILIENCIA Y LA TRANSFORMACIÓN ESCUELAS y DOCENTES RESILIENTES


Entereza, tenacidad, fortaleza, firmeza; pueden ser sinónimos de resiliencia. Este término surge de la capacidad de ciertos materiales que se doblan sin romperse para recuperar la situación o forma original. Por tanto, resiliencia es superar algo y salir fortalecido, incluso mejor que antes. La resiliencia es más que resistencia, pues resistir es aguantar, aun siendo un tanto heroico, es más un aguante pasivo, es recibir soportando todos los males con el fin de adaptarse. La resiliencia tiene una condición mucho más espiritual, puesto que desarrolla la capacidad de sobreponerse, dejar atrás, trascender. La resiliencia es un proceso en el que el ser evoluciona, logra transformarse desde dentro para transformar la realidad que le rodea.

Si pienso en un material que se doble sin romperse y vuelva a su situación original, no puedo evitar traer a mi mente la imagen del bambú y recordar la historia que en repetidas ocasiones he compartido con mis estudiantes de distintos cursos y edades. El bambú es una planta genial que toma su tiempo para crecer y para prepararse, luego, cuando ya ha echado raíces crece asombrosamente rápido y alto. Crece en cualquier terreno, en medio de cualquier clima, el viento la doblega, pero no la parte. Es una planta que aparenta ser frágil, cuando en realidad posee gran fortaleza y utilidad. A través del bambú y su historia, uno puede explicar y comprender lo que significa la resiliencia. Igual podemos valernos de la transfiguración de la oruga en mariposa, o del día en la noche y la noche en el día.


La resiliencia es más que cambio, es dejar de ser para ser algo más y mejor. La resiliencia puede mantenerte en la rutina haciendo novedoso lo cotidiano o renovando tus sentidos para percibir lo que te rodea de una manera nueva. La resiliencia puede llevarte a la innovación.

El término resiliencia desde su origen está asociado a la capacidad que pueden desarrollar las personas que deciden enfrentar los problemas y las adversidades de manera positiva, transformando las dificultades en oportunidades, los límites en posibilidades logrando sobreponerse, mejorando su presente haciendo posible un mejor futuro.

La resiliencia es pues un proceso que se puede aprender, es necesario que existan personas que orienten, que enseñen, que creen el ambiente propicio para que otros puedan desarrollar las habilidades propias del ser resiliente.  Aún más, las realidades adversas, los problemas, las tragedias, los obstáculos, son necesarios para que se dé este aprendizaje. Frente a los problemas siempre habrá dos opciones, dejarte vencer o vencerlos convirtiéndote en una mejor persona. No existe la vida sin adversidades, no existen las relaciones sin conflictos, no existen los grupos sin problemas; por lo tanto, todos en algún momento de nuestra existencia estaremos en esa encrucijada.

El secreto de las personas, los grupos, las instituciones, empresas, organizaciones, sociedades y países exitosos, es, sin duda, haber aprendido a ser resilientes. Conocen la realidad, definen y controlan sus emociones, aceptan los cambios, desarrollan la autoestima y el buen sentido del humor, también desarrollan la comunicación efectiva, afectiva y asertiva, cultivan la esperanza, la paciencia, la perseverancia y tienen un plan de vida.


La resiliencia se aprende a cualquier edad. La mejor edad para aprender es la más temprana. Si las dificultades son inevitables, si aceptar los cambios es imprescindible; por qué postergar un aprendizaje crucial para la transformación personal y social. Los padres y los docentes debemos formarnos en disciplina positiva, control de las emociones, resolución de conflictos, toma de decisiones. Debemos desarrollar preferentemente las competencias blandas, las inteligencias: emocional, intra e interpersonal. Si es que queremos preparar a nuestros hijos y estudiantes para enfrentar la vida con sus problemas dándoles la oportunidad, no solo de diagnosticar la realidad, de incidir en ella proponiendo soluciones creativas para promover cambios positivos en la escuela, en la familia y en la comunidad. Dejando que sean ellos los únicos y verdaderos protagonistas.

Nuestros estudiantes deberían asistir a la escuela a aprender algo más que castellano, matemática, ciencias y sociales. Nuestras escuelas deberían ser espacios en los que se aprende a observar la realidad y a cuestionar esa realidad. El docente tendría que ser capaz de presentar esa realidad desde la verdad haciéndose responsable de ella, para luego permitir y propiciar que sus estudiantes interactúen entre sí y con el mundo para conservar, lo que ha de conservarse y transformar, lo que haya que transformar.

Nuestras escuelas deben ser lugares donde ocurra algo, donde todo el tiempo esté ocurriendo algo. Ese algo debería ser el hecho educativo con un alto sentido humano. Escuelas en salida aprendiendo desde el servicio al prójimo. Y nuestros estudiantes, mientras están en la escuela, deberían ser como el bambú, deberían estar creciendo hacia dentro, echando las raíces que los van a sostener en toda situación, ante cualquier adversidad.

Significa, entonces, que necesitamos escuelas y docentes, que no se conformen con resistir, que no acepten la adaptación como una opción ante la adversidad. Necesitamos escuelas y docentes capaces de dejar de ser lo que son para ser y hacer algo más y mejor. En medio de la crisis, solo las escuelas y los docentes resilientes serán doblegados sin romperse. Solo las escuelas y los docentes resilientes, desde la crisis y con la crisis, podrán evolucionar transformándose desde dentro para transformar la realidad que le rodea.

Las escuelas resilientes no necesitan héroes, necesitan seres humanos con el deseo y la capacidad de ser mejores.

Marirrosa Carrera Rivas
03-03-2019

viernes, 21 de diciembre de 2018

DE QUÉ VALE LA SENSIBILIDAD


¿La sensibilidad es un valor? ¿Qué diferencia a una persona sensible de otra que es insensible? Si la sensibilidad es un valor, significa que puede ser aprendida. Si es posible aprender a ser sensibles, entonces es posible enseñar a otros el valor de la sensibilidad. Sin embargo, hay quien afirma que los valores no se enseñan, los valores se aprenden. Entonces, ¿cómo se aprende algo que no se enseña? Tal vez sea porque se aprende a través del ejemplo y desde la vivencia. Amar se aprende amando. El buen trato se aprende respetando los derechos de todas las personas. La responsabilidad se enseña siendo responsable, el orden se enseña siendo ordenado, la justicia se enseña siendo justo. ¿Qué tipo de adulto podría ser un niño acostumbrado a burlarse y a humillar a sus compañeros y amigos? ¿Qué clase de adulto sería un niño habituado a recibir gritos, castigos, golpes y descalificaciones de parte de sus padres? ¿Qué aprenderá un niño acostumbrado a ver y oír groserías, expresiones vulgares y de mal gusto? ¿Qué aprenderá un niño habituado a ver a sus padres bebiendo, fumando, metidos en los celulares y computadoras, muy dedicados a sus trabajos y preocupados siempre por conseguir más dinero y comprar más cosas?

Una persona sensible actúa correctamente haciendo lo correcto, una persona sensible actúa en beneficio de los demás. La persona insensible hace lo diametralmente opuesto. La persona sensible percibe en el otro su estado de ánimo, su forma de ser y de actuar; percibe la naturaleza, las circunstancias y los ambientes. La persona insensible posee un corazón miope, carece de visión periférica y no logra ver más allá de sus narices. La persona sensible despierta a la realidad. El insensible duerme como un lirón. La sensibilidad es una capacidad para reconocer el valor en el arte, en la ética, en las personas, en el ambiente, en la sociedad.

La práctica de un valor hace que la persona sea un mejor ser humano, la práctica de un valor hace que un grupo crezca y se consolide. La práctica de un valor le da sentido a las acciones humanas individuales y grupales. El valor debe ser el motor del comportamiento, el inspirador de las actitudes y el orientador del camino. Los valores que definen a una persona y a un grupo los hacen cada vez más fuertes. La práctica de cualquier valor demanda grandes dosis de valentía.


Muestra al niño, al adolescente y al joven la realidad; hazte responsable de ella, interpela y permíteles actuar en y sobre esa realidad conservando lo que se debe mantener y transformando lo que se debe cambiar.  Una persona no puede dar lo que no tiene. Los dones y los talentos tienen sentido en la medida que son puestos al servicio de otros. En medio de una crisis las personas deben comprender que la solución no se encuentra huyendo de ella, pues la crisis es la solución, o al menos parte de ella, el subterfugio consiste en transformar dificultades en retos y adversidades en oportunidades. Los insensibles evadirán la realidad con risas, con chanzas, con quejas, con desgano y desencanto. Las personas sensibles son más humanas y humanizantes, no temen a la realidad porque saben que pueden transformarla, reconocen lo bueno y lo bello, y saben disfrutarlo.

SER MADRE… Desde la mirada del Educador Escolapio





Cuando me defino lo hago con tres palabras, mujer madre educadora, sin comas ni conjunciones, en ese orden. No hay más qué decir para indicar quién soy, cómo soy y qué hago. En mi caso, primero me hice educadora y luego madre, pero al momento de definirme está primero la maternidad porque albergar en mí durante nueve meses, una vida entera, un corazón extra, redimensionó mi mundo y trocó radicalmente mi perspectiva de ese mundo, redimensionó indefectiblemente mi visión de toda la realidad. 

No soy mujer que haya sido criada para ser madre, ni esposa, ni ama de casa. Soy mujer criada para ser mujer, libre, trabajadora y feliz. Pero sí, descubrí en mi “ser madre” el complemento perfecto de mi “ser mujer”. Tampoco fui niña que soñara con ser maestra, ni la carrera de educación fue mi primera opción al ingresar en la universidad. Pero sí, descubrí mi “ser educador” en el camino y hallé en él el complemento perfecto de mi “ser mujer”.

Puede haber sido cosa predestinada el haberme formado primero profesionalmente y haber hallado mi vocación antes de recibir la maternidad. El ser educadora ha traspasado todo en mi vida e incide en lo que soy, lo que pienso, lo que siento y lo que hago. La mirada de un educador es diferente, posee un filtro especial que no posee ninguna otra mirada de ningún otro profesional, ni de otra persona. Y si ese educador es además escolapio, esa mirada es única y distinta al resto de las miradas de otros educadores.

Si se preguntan qué tiene de especial la mirada de un educador escolapio. Pues, es una mirada que busca, que hurga en el interior del ser, es una mirada que abraza, escucha, una mirada que ilumina y alegra. La mirada del educador escolapio busca los ojos, los del cuerpo y los del alma. La mirada escolapia es esperanza, es una ventana a un mundo posible, a un mundo de posibilidades, a un mundo mejor.

Cuando el educador escolapio mira, se abaja para acercarse y para ser puente, a través de la mirada de un educador escolapio se puede ver el camino para el que hay que prepararse, se aprende lo necesario para transitarlo y transformarlo.

Es una mirada nutritiva para quien mira y es mirado. También es exigente, pues requiere ejercitar la mente y el espíritu. Es una mirada pedagógica, ya que me ha permitido desarrollar ciertas habilidades para el “ser mujer” y el “ser madre”.

Bajo esa mirada se gesta el vínculo docente-estudiante, madre-hijo, buscando paso a paso el equilibrio entre el amor y la disciplina.

Desde esa mirada aprendo de mi hijo, tal vez mucho más de lo que él va aprendiendo de mí. Como docente cuento con un plan de formación permanente en el que está integrado ese bagaje de conocimientos que a diario brindan los mejores facilitadores, mis estudiantes. Mi hogar es el ámbito donde al educar a mi hijo me educo como madre, así mismo el colegio es la escuela donde formo a mis estudiantes y me formo como docente.

A través de esa mirada descubro el camino con sus escollos,  fisuras y depresiones, asumo mi responsabilidad y opto siempre por la verdad. La verdad es el paso imprescindible para transformar el mundo.

Bajo esa mirada soy simplemente madre, no soy (ni quiero ser) súper madre. Mi hijo no necesita que resuelva todo. Necesita ver que todo se puede afrontar. Y comprender que aunque no pueda cambiar lo que viene dado, sí puede escoger cómo vivirlo.

Desde la mirada escolapia el escollo se torna en reto, las fisuras y depresiones se vuelven oportunidades. Madre y docente, enseñan con y desde el ser. Madre y docente, no se molestan en aparentar lo que no son. Enseñamos, en la familia y en la escuela,  a través del modelado buscando la  coherencia entre el sentir, el pensar y el actuar.

 Estoy convencida de que así como aprendemos las ciencias, la historia y la lengua; también aprendemos a amar, a ser feliz y aprendemos a ser persona. El mismo esfuerzo que ponemos en aprender lo primero, deberíamos ponerlo en aprender lo segundo. El tinte escolapio aporta un plus en este sentido y te hace diferente en lo que cuenta.  Es una fortuna poder mirar a mi hijo desde esta perspectiva que me ofrece el ser una educadora al estilo escolapio.