¿La
sensibilidad es un valor? ¿Qué diferencia a una persona sensible de otra que es
insensible? Si la sensibilidad es un valor, significa que puede ser aprendida.
Si es posible aprender a ser sensibles, entonces es posible enseñar a otros el
valor de la sensibilidad. Sin embargo, hay quien afirma que los valores no se
enseñan, los valores se aprenden. Entonces, ¿cómo se aprende algo que no se
enseña? Tal vez sea porque se aprende a través del ejemplo y desde la vivencia.
Amar se aprende amando. El buen trato se aprende respetando los derechos de
todas las personas. La responsabilidad se enseña siendo responsable, el orden
se enseña siendo ordenado, la justicia se enseña siendo justo. ¿Qué tipo de adulto
podría ser un niño acostumbrado a burlarse y a humillar a sus compañeros y
amigos? ¿Qué clase de adulto sería un niño habituado a recibir gritos,
castigos, golpes y descalificaciones de parte de sus padres? ¿Qué aprenderá un
niño acostumbrado a ver y oír groserías, expresiones vulgares y de mal gusto?
¿Qué aprenderá un niño habituado a ver a sus padres bebiendo, fumando, metidos
en los celulares y computadoras, muy dedicados a sus trabajos y preocupados
siempre por conseguir más dinero y comprar más cosas?
Una persona
sensible actúa correctamente haciendo lo correcto, una persona sensible actúa
en beneficio de los demás. La persona insensible hace lo diametralmente
opuesto. La persona sensible percibe en el otro su estado de ánimo, su forma de
ser y de actuar; percibe la naturaleza, las circunstancias y los ambientes. La
persona insensible posee un corazón miope, carece de visión periférica y no
logra ver más allá de sus narices. La persona sensible despierta a la realidad.
El insensible duerme como un lirón. La sensibilidad es una capacidad para
reconocer el valor en el arte, en la ética, en las personas, en el ambiente, en
la sociedad.
La práctica de
un valor hace que la persona sea un mejor ser humano, la práctica de un valor
hace que un grupo crezca y se consolide. La práctica de un valor le da sentido
a las acciones humanas individuales y grupales. El valor debe ser el motor del
comportamiento, el inspirador de las actitudes y el orientador del camino. Los
valores que definen a una persona y a un grupo los hacen cada vez más fuertes.
La práctica de cualquier valor demanda grandes dosis de valentía.
Muestra al niño,
al adolescente y al joven la realidad; hazte responsable de ella, interpela y
permíteles actuar en y sobre esa realidad conservando lo que se debe mantener y
transformando lo que se debe cambiar. Una
persona no puede dar lo que no tiene. Los dones y los talentos tienen sentido
en la medida que son puestos al servicio de otros. En medio de una crisis las
personas deben comprender que la solución no se encuentra huyendo de ella, pues
la crisis es la solución, o al menos parte de ella, el subterfugio consiste en
transformar dificultades en retos y adversidades en oportunidades. Los
insensibles evadirán la realidad con risas, con chanzas, con quejas, con
desgano y desencanto. Las personas sensibles son más humanas y humanizantes, no
temen a la realidad porque saben que pueden transformarla, reconocen lo bueno y
lo bello, y saben disfrutarlo.