sábado, 30 de diciembre de 2017

Tiempo fundido o fondue de queso

Tiempo fundido o fondue de queso


El tiempo pasa, se va, se acaba… Es un círculo, un eterno retorno… Vuelve…

Qué pasa, qué vuelve y qué se acaba…

Tal vez dependa de la memoria, de esa capacidad de hacer permanente los hechos, las cosas y las personas. Todo lo que ya ha sido, que ha llenado espacios dándole significado, lo que fue en el pasado y vuelve a ser presente traído por el recuerdo. La comparación más simple y un tanto burda, sería la de afirmar que contamos con una suerte de álbum fotográfico mental, que archiva imágenes más o menos nítidas, más o menos agradables, más o  menos fieles, algunas con movimiento como videos, con algunas nos topamos queriendo y con otras sin querer.  Es tan efectiva nuestra memoria, que sigue activa aun cuando dormimos, mostrándonos imágenes absurdas, fantásticas, verdaderas historias que algunos no logramos recordar estando despiertos, mientras otros logran recordarlas recreándolas en historias verdaderas.

El contenido de los sueños es la memoria dentro de la memoria, es el recuerdo que a veces es imposible de recordar estando despierto. Recuerdos oscuros, no vividos conscientemente, o tal vez sí, en todo caso resultan impenetrables.

Lo que se va, pasa, se acaba y viene, para irse otra vez y regresar permanentemente son los recuerdos en la memoria de lo vivido y no vivido. Lo que permanece a pesar de nosotros.

Hay tantas cosas que ya no recuerdo ni queriendo, tantas cosas que he decidido no recordar, tantas cosas que recuerdo sin hacer el menor esfuerzo.

Nuestra memoria es como las cajas chinas.


Incluso en nuestra memoria hay imágenes de lo que está por venir, cosas, personas, hechos de los que no sabemos ni logramos reconocer hasta que llegan y ocurren. No hablo de premoniciones ni predestinación, hablo de que somos increíblemente perceptivos e irremediablemente limitados por nuestro miedo a lo desconocido. Nunca he sido capaz de contar en voz alta, ni de escribir (antes de hoy), que insistentemente venían, a mi memoria de niña, imágenes recreando la futura muerte de mis familiares.

El tiempo pasa, las personas se van, la memoria se acaba. Lo que perdura está allí, ha estado siempre, marcado con las huellas de quienes hemos transitado por allí. Lo eterno es, y será siempre, incluso antes y después del límite de nuestras memorias.

Cuando comprendemos lo que verdaderamente persiste con el pasar del tiempo. Cuando nos maravillamos ante lo eterno reconociéndolo en el background de lo que se escurre entre las rendijas del minutero. Cuando aceptamos lo prescindible que somos y nos valoramos como seres necesarios. Cuando tus seres queridos parten, simplemente porque llegó su hora. Logras entender desde la paz, las distancias, las despedidas, las soledades, los desamores. Y, por supuesto, aprendes a vivir con mayor profundidad, sin prisa y sin pausa, los apegos, las bienvenidas, las compañías y los amores.

En mi casa hay cinco chaguaramos que apuntan alto al cielo, al entrar a mi calle, levanto la mirada y es lo primero que veo. Un chaguaramo por cada integrante de mi casa. Es la vida de mi casa que persiste. Entre los cinco árboles erectos, mi casa se hace pequeña. Y con los recuerdos del quinteto se hace gigante. Son más que árboles y más que un espacio, lo que en ellos pervive se irá conmigo a donde yo vaya y yo me quedaré allí por siempre. No me ata, al contrario, me libera. Es un espacio que no ha cambiado mucho, sin embargo mis ojos lo han visto y lo ven diferente a cada instante. Cada vez que me siento en el mueble de cuero negro a tomar café me percato de mis mudanzas.

Extrañar no me inquieta. Amar no me duele. No cuento las horas ni los días. Soy dueña de mi tiempo y de mi espacio. He vivido (y vivo) lo que he querido y como he querido. No hay distancia cuando de por medio hay afectos sinceros. La soledad no es ausencia. Las despedidas son necesarias.

Ya no temo entrar a mi casa vacía. 



Hace tiempo que no uso relojes.  

Entre un reloj y un buen queso, prefiero  fondue de queso camembert.



Para despedir un año que pasó, al fin, sin despedidas, que logré vivir sin prisas, a buen paso, dejando pasar lo que tiene que irse. Para recibir un nuevo año con todo lo que traiga y dispuesta a dejar ir lo que falta y lo que sobra.
Como siempre, a mi Luis.
30-12-17


miércoles, 22 de noviembre de 2017

49


Hoy cumplo mi último cuatro, tengo todo un año para cerrar esta década.
Soy la primera en felicitarme, le digo bon voyage  a estos nueve años que se fueron
Y bon voyage  a éste y todos los que están por venir.

Cumplir años es celebrar lo que ha terminado, lo que ya pasó y no volverá, que como pasado es definitivo y sólo depende de mí el cómo quede guardado en la memoria.
Cumplir años, también, es aplaudir el porvenir. Desde esta perspectiva hoy tengo una juventud que desperdiciaría si sólo viera hacia atrás.

Hace exactamente nueve años hice apología de mis 40, basándome más en lo vivido, sin poder imaginar siquiera todo lo que vendría a la vuelta de la esquina.

A mis 49 me resteo con los azares de la vida. Vivo cual adicta en rehabilitación. No sé lo que vendrá. Vivo preguntándome si podré. Vivo respondiéndome sí puedo.
Hasta hoy he vivido 49 años, me importa poco cuánto más viviré mañana. Me interesa más cómo vivo el efímero hoy.

Tengo 49 años y sin temor digo que mi más grande aprendizaje ha sido el rendirme a lo definitivo, a lo irrevocable e irrenunciable. Y a no vencerme ante lo que contraríe mis convicciones. Esto es lo que llamo equilibrio.

Hoy se me antoja celebrar lo que viene. Tengo una casa vacía, una memoria preñada de recuerdos y un corazón rebosante de amor que alcanza, que completa, de ese amor que sobra y que sé exactamente donde ponerlo.

Y tengo la inmensa dicha de ser mujer, madre y educadora.
Sabes que ha valido la pena el año vivido, cuando has dedicado, al menos, un minuto a pensar en él. 

Ahora tengo 49 años y sesenta segundos… Ahora voy por mi camada de cinco.
Satisfecha y feliz.

Para hoy (y mañana):
Lectura: “En el camino” de Kerouac
Banda sonora: “De nuevo en la gran vida” de Steve Winwood
Compañía: mi Luis
Recuerdos: todos. Familia.
Comida: parrilla mixta y ensalada césar
Postre: tartaleta de fresa
Torta de cumple: marquesa de limón con chantillí de chocolate y cereza
Bebida: cerveza con la comida, refresco con el dulce
Estado: no soy dueña de mi vida, soy dueña de mi actitud ante la vida que me toca vivir

¡Feliz 49!
22 – 11 – 17
A mi Luis


viernes, 17 de marzo de 2017

EL TEATRO DE CHIN Y KONO
El Día y la Mariposa en Tres Actos
(Una Historia sobre el Duelo y la Resiliencia)



INTRODUCCIÓN

Chin: (abre el telón, se asoma, mira a todos lados, asombrado dice al público:) ¡Cuánto público tenemos aquí! ¡Hola amigos! ¡Buenos días! ¿Cómo están ustedes? Mi nombre es Chin, y ya les voy a presentar a mi compañera. (Grita) Koooooonooooo!!!!!!!! (Sigue llamándola)

Kono: (abre otro telón, se asoma y grita) Aaaaaquiiiiiii eeeeessssstooooooyyyyy!!!!!!

Chin: (no ha visto a Kono, sigue llamándola, se asusta cuando la escucha y le dice) Kono mira cuánto público. (Al público) Chicos y chicas ella es Kono.

Kono: (Al público) ¡Hola amigos! Qué bueno que hayan venido a vernos y escucharnos.

Chin: éste es el Teatro de Chin y Kono

Kono: yo diría el Teatro de Kono y Chin

Chin: Chin y Kono, los cuenta cuentos

Kono: Kono y Chin, los cuenta cuentos

Chin: (Al público) ¿están preparados para escuchar la historia de hoy?

Kono: (Al público) no escuché, a ver, ¿están preparados para escuchar la historia de hoy?

Chin: (se asusta con los gritos del público) muy bien, muy bien, esta historia está inspirada en hechos tristes, que causan mucho dolor y dejan grandes aprendizajes (cierra el telón)

Kono: comencemos, vamos a hacer silencio, ssssshhhhh (cierra el telón)


ACTO I 
El Atardecer y la Larva

Chin: (abre el primer telón) lentamente va cayendo el sol, el cielo parece una paleta de pintor muy utilizada con colores mezclados, la tarde se va despidiendo, pero antes de irse nota que algo no está bien. Había una especie de gusano que se retorcía y quejaba. Para la tarde era lo más feo que había visto y lo más triste que había escuchado. La tarde le preguntó qué le pasaba. La larva no quería hablar, sólo repetía “por qué yo, por qué a mí, qué hice yo para merecer esto”. Ya los colores se habían mezclado tanto, que la tarde casi se había ido ya, pero logró decirle desde lejos, “vive tu dolor y desahógate, tiempos mejores vendrán”. La oscuridad lo cubrió todo, la tenue luz de luna iluminaba la pena de la oruga. La noche sintió su temblor, no sabía si era miedo o dolor, o ambas cosas. La luna le dijo, “sabes, a veces es bueno llorar”. “No quiero llorar, estoy molesto”. La noche le dice, “yo a veces me molesto con las cosas que me hacen sentir triste, por ejemplo, siempre me molesto con el sol porque se va, pero después veo las estrellas y la luna y la tristeza se me pasa”. El gusano le respondió, “yo quiero estar molesto, supongo que me merezco lo malo que me ocurre, tal vez sea mi culpa”. La luna sonrió y le dijo con ternura, “no es tu culpa, todo lo que ocurre está allí para ti, deja que el amor haga su parte”. (Cierra el telón)




ACTO II
La Madrugada y el Capullo

Kono: (abre el segundo telón) la noche había avanzado, era más oscura, sin estrellas ni luna. Una nube muy hinchada dejó brotar suave y frío rocío. Al caer, la nube y el rocío escuchan una gran queja, “no puede ser, esto también, hasta cuándo”. Aquella queja venía de un capullo, algo rarísimo. Rocío pregunta, “¿y esto, qué se supone que es?” La nube intenta responder, “una cosa rara, pero bonita a mi parecer”. La cápsula les dice, “soy un ser desdichado, quisiera echar atrás el tiempo y hacer que vuelva lo que antes tenía”. La nube y el rocío son comprensivos y le hablan con sinceridad, “eso no es posible, la tarde que se fue ya no volverá, sólo puedes recordar lo mucho que la disfrutaste. Debes seguir adelante y prepárate para aprovechar las nuevas oportunidades que están por venir”. La envoltura de crisálida rompe a llorar, fue un llanto largo y profundo. (Antes de cerrar telón se escucha el llanto) (Cierra el telón)


ACTO III
El Amanecer y la Crisálida

Chin: (abre el tercer telón) Va aclarando el cielo, huele a pasto húmedo y flores frescas, líneas doradas comienzan a alumbrar y a calentar. En un gran bostezo y estirón se despereza el amanecer dando inicio a un nuevo y hermoso día. El sol se sorprende con la belleza de un ser delicado e increíble, “¿y tú quién eres?, ¿te conozco?, me parece que te conozco, aunque así no te había visto antes”. La mariposa, siente la brisa y contesta, “tú también me pareces conocido, aunque éste que eres hoy no es el mismo que fuiste ayer”.

Kono: La verdad es que el día y la mariposa se habían transformado convirtiéndose en algo mucho mejor. El día explica que con cada amanecer todo surge de nuevo, no hay pérdidas, solo despedidas, con cada una ganamos aprendizajes. El duelo es un proceso de mucho dolor y hay que vivirlo dejando que el amor haga su parte. La mariposa dice que ya no siente culpa ni rabia, prefiere recordar del pasado sólo lo que le dio gran alegría y ha aprendido a ser feliz dando gracias y celebrando la vida. (Al público) Chicos y chicas cierren los ojos y sientan, sientan la brisa, nuestros seres queridos que se han ido son como la brisa, no los vemos, no los olemos, no los tocamos, pero sí los podemos sentir porque se quedan en nosotros.

No hay final, la vida siempre continúa…





 (Cierra el telón) 

Las tareas asignadas a Luis por sus maestras han sido una oportunidad para crear, compartir, divertirnos y aprender juntos. En esta ocasión su maestra, Milagros Noroño, de 5to grado, le asignó la creación de un teatro de títeres basado en los temas del duelo y la resiliencia. Juntos hicimos el trabajo y la maestra me permitió estar con él en la presentación, fuimos las voces de dos títeres chinos cuenta cuentos, él "Chin" y yo "Kono", estos nombres los tomamos de una serie, que nos encanta y siempre vemos juntos, Hawaii 5.0  Nuestra propia experiencia nos sirvió de inspiración. Tomé de Oscar Misle y CECODAP algunas ideas. Los títeres salieron de esas cosas que la abuela Lourdes solía guardar de su labor de maestra. El resto, algo de tecleado en la máquina y un poco de arte (o desastre) manual.
Estuvo genial!!!!!!
06 de marzo de 2017 

sábado, 11 de febrero de 2017

Lo que queda y los que se quedan tras un país en desalojo

Lo que queda y los que se quedan tras un país en desalojo



Camino, mis pasos me llevan. Miro arriba, abajo, al frente, izquierda-derecha, casi nunca miro atrás. Cada vez veo menos, sé que no es por mi mala visión. Las cosas, las personas, se han ido, se están yendo. Hace rato que no están. Con las cosas y con las personas se va, se ha ido y se está yendo algo más, algo intangible, e inefable a veces. Cada vez hay menos de ese algo. Ayer tarde caminando intenté buscarle un nombre. La tarde de ayer caminando se me hizo más notorio, tal vez porque creí que estábamos más cerca del llegadero…

Vivimos bajo la condición de desalojo. Ha resultado un proceso largo, lento, da la impresión de estar muy bien meditado, como si la orden se hubiera dado hace tiempo. Y desde entonces se hubiera ido expulsando todo lo que pudo habernos convertido en un país. Como si la orden hubiese sido “destierren al país”, “Venezuela estás despedida”. ¿Cuál sería la respuesta ante tal orden de desahucio? Peor ejemplo del que hemos estado dando los venezolanos, difícilmente lo habrá.  

Estos dos párrafos previos son el inicio de un texto que dejé inconcluso, al que intenté volver más de una vez. Un texto que inicié hace más de un par de años. Creo que dejé pasar el tiempo para ver si con el tiempo pasaba algo más. En ese entonces solía caminar por el actual Boulevard de Sabana Grande, durante el día, para dar unas pocas horas de clases en un instituto universitario, de Catia a Sabana Grande, por un pago que equivalía a un redondeo, a un rebusque; que no alcanzaba para mucho, pero que me permitía interactuar con jóvenes con deseos de ser profesionales y compartir un poco más con un amigo entrañable.

De Plaza Venezuela al Rosal, ida y vuelta, lo caminé tantas veces, recién llegada a Caracas, con apenas diecisiete años, graduada de bachiller, acompañada de dos amigas del alma y otros que íbamos reclutando en el camino. Ese boulevard lo caminé más veces de noche, de madrugada, que de día. El Gran Café, El Callejón de la Puñalada, los artesanos, los músicos de calle, El Julius. De Plaza Venezuela al Rosal, hay un montón de anécdotas y de recuerdos. Anécdotas y recuerdos que hoy no podría gestar, ni aun teniendo diecisiete años.

El boulevard que puedo caminar hoy, es un lugar recuperado “para el pueblo”, por una empresa “del pueblo”, es un lugar limpio, abierto, amable y con ese sello inconfundible del actual gobierno que se destaca por recuperar “para el pueblo” los espacios públicos y promover las artes y los espectáculos populares. Una verdadera maravilla, ni más ni menos. ¿Por qué será, entonces, que esta maravilla me hizo notar lo que se ha ido, lo que se está yendo? ¿Por qué será que esta maravilla me hace pensar en el país que ya no tenemos, que ya no somos? ¿Y por qué será que en esta maravilla la libertad es apenas una sensación ilusoria? ¿Y por qué será que en esta maravilla ya no está la simiente del otrora promisorio país?
         Mis amigas, con las que recorría, no éste, sino el boulevard de mis recuerdos, tantas veces en horas y circunstancias irrepetibles, ya no están en este territorio, hace mucho que se fueron, según recuerdo la situación política del momento no tuvo nada que ver con eso, o tal vez sí, su despedida pudo deberse a una súper visión premonitoria de lo que vendría.

En definitiva lo que hoy vivimos no es que haya surgido de la nada, es en mucho lo que merecemos, por lo tanto todo o parte del pasado debió ser augurio de este presente, por lo tanto debimos haber hecho algo para merecerlo. Lo terrible de la predestinación, es que en el momento precedente es imposible tener conciencia de las consecuencias, por más nefastas e inevitables que éstas resultaran ser. Es esto justamente lo que, en el peor de los casos, nos permite dormir en paz, la ausencia de premeditación nos deja en la paz de la ignorancia. ¿Algún (ex) chavista podría afirmar, que cada vez que votaba por el comandante, era consciente de que ponía un granito de arena de esta gran montaña de bosta que es todo este desastre actual? ¿Acaso Todavía no hay quienes afirman convencidos, que lo mejor de los adecos y los copeyanos es que aunque ellos robaban, ellos también permitían a los demás robar?

La destitución del país, que como vemos inició hace mucho, aún sigue en pleno desarrollo. Las personas continúan yéndose. Jóvenes la mayoría. Uno dice erróneamente que se está yendo el futuro. Lo que se ha ido y lo que se va es mucho más. Las personas pueden volver, algunos se van con ese deseo. Los que vuelvan, regresarán con ganancia, estudios, dinero, experiencia. Será genial, pero en realidad no es lo que hace falta. Los que no vuelvan, no harán la diferencia, ellos se lo perderán, pero en realidad no importará. Ese algo, que nos pudo haber hecho país, ese algo que no está repatriado, que no está añejándose, que no está guardándose para regresar. Ese algo que se ha ido, que se va, que se está yendo, ¿volverá?, ¿renacerá? En todo caso, qué y cómo haremos para recuperarlo. En todo caso, quiénes harán ese qué y ese cómo.

Cuando camino y miro, lo que veo es ese vacío que va en aumento. Pronto sumaremos dos décadas de este proceso de degradación del país. Mi hijo va a cumplir once años. Cuántos bachilleres hemos graduado con esta visión de territorio en desalojo que se hace llamar país. Cuántos más graduaremos en este sistema absurdamente anti educativo. No sólo no tuvimos lo necesario para alcanzar gobiernos responsables, decentes y progresistas. Es que tampoco hemos sido capaces de parir personas que luchen por ello.

Ha sido tan fácil desterrar la dignidad y la ciudadanía. Digo fácil por burdo y básico. Digo fácil, porque simplemente lo hemos permitido, con esta actitud propia de inexpertos pueriles con ilimitada paciencia e irracional confianza en el futuro. No sólo lo hemos permitido, hemos participado, haciendo costumbre actos de corrupción. Históricamente nuestros gobiernos han promovido el enriquecimiento basado en la oportunidad, en lo que está al alcance del cargo público que logres desempeñar. El actual no es el primero ni el único que se comporta como malandro y que apoya a malandros. Sí es el primero y el único que lo hace abiertamente. Sin duda alguna es el más vulgar, ordinario, frustrante y acomplejado de todos los gobiernos que hemos tenido. Me niego a creer que lo mereceré por siempre. Desde el fondo de mi arrechera espero sea el último de esta calaña.

Sigo caminando, sigo mirando lo poco que va quedando. El control es admisible si te permiten comprar algo de lo que deseas. La restricción es comprensible si es equitativa. Lo correcto es lo que conviene. El fin justifica los medios. Los valores ya no son los motores. El querer y el poder, justifican cualquier acción. Gobierna el “medalaganismo” (Genial neologismo que le escuché a una profe socióloga de la UCAB). La autoridad no surge del reconocimiento, se manifiesta en la amenaza y en el miedo. Para quienes ostentan algún cargo es suficiente hablar o escribir a través de alguna red social para que su palabra se considere ley. Para el resto resulta mejor acatarla y así evitar “complicaciones innecesarias”. La interpretación y la aplicación de la ley hacen que se incline la balanza. El trabajo no es un valor, los empleados pueden cobrar su sueldo sin trabajar, basta con que un ministro lo decrete ofreciendo migajas salariales y días de vacaciones. El esfuerzo no es un valor, un estudiante puede aprobar sin estudiar, incluso sin cursar, basta con una resolución y una publicación en gaceta. La justicia se ejerce por los propios medios. La violencia es la opción válida de respuesta. La impunidad queda solapada en el correcto procedimiento que no es más que burocracia en continuo crecimiento.

Los que nos quedamos, en medio de lo poco que queda, somos un grupo vario pinto. Cuántos de los que nos quedamos realmente asumimos la responsabilidad de convertir de nuevo este territorio en una posibilidad de ser un país. Cuántos de los que nos quedamos nos conformamos con hacer lo mínimo o necesario para mantenernos sin muchas complicaciones hasta ver qué pasa. Cuántos de los que no emigramos nos quedamos por convicción, por elección. Cuántos no emigrantes somos temporales, sólo hasta que aparezca la oportunidad o que se resuelva el papeleo. Para cuántos está en consideración la opción de irse. Cuántos de los no emigrantes lo somos porque no hay más remedio, no hay más opciones, porque es imposible considerar estar en otra parte. Cuántos de los que nos quedamos somos fanáticos de esta maravilla que lleva el sello del gobierno que recupera espacios públicos, el mismo sello que coloca en lo que expropia y destruye. Cuántos son niños, adolescentes, que dependen de la influencia de la familia y de la escuela para tener una referencia opuesta a esta única realidad que conocen. Cuántos serán los jóvenes con actitud crítica que opten por la transformación de lo que queda, que sean capaces de ver en la adversidad la oportunidad. Cuántos de los que nos quedamos decimos que queremos el cambio y mientras lo esperamos tenemos nuestro rebusque aprovechando el desabastecimiento o agilizando trámites que el sistema se complace en complicar cada vez más. Cuántos de los no emigrantes no madrugan para trabajar, pero sí para hacer colas. Cuantos optan por el insulto, por la descalificación, la humillación y hasta la agresión física, creyéndolas opciones justas y necesarias, inmersos en la más pura ignorancia, la de la ausencia de la razón. Cuántos escudan actos viles y crueles con la interpretación y aplicación de una ley tuerta y desequilibrada argumentando la más falsa y ofensiva defensa de los derechos humanos.

Camino y miro en el vacío de lo que se ha ido. Aún no concluye el desalojo. Hay mucho más que está por irse y más que se está yendo. Habrá de irse toda la ilusión. De entre lo que queda habrá de surgir la esperanza. Hace poco una profesora nos definió, a los que nos quedamos, como los “no emigrantes”, me gustó el término, por eso lo uso aquí, además afirmó, intentando animarnos, que somos los responsables de lo que viene, de los cambios que se den y de los cambios que no se den. Somos los responsables de hacer renacer ese algo que se ha ido. Si alguna vez existió, podrá existir de nuevo. Ese algo al que aún intento ponerle nombre, que se va junto con las personas y las cosas, pero no depende de los que se van para regresar, porque no está en ellos. Más bien viene a ser más que la suma de las relaciones, de las acciones, de las visiones, de los esfuerzos, de todos los deseos y de todos los sueños. En definitiva ese algo tiene que ver más con estilos de vida, con actitudes, con lo que nos hace ser quienes somos y quienes seremos, con decisiones y convicciones. Tiene que ver entonces, con lo que nos toca elegir y con la calidad de nuestras elecciones.

En definitiva ese algo tiene que ver con los que nos quedamos y con lo que queda. Se reconoce cada vez que optamos por ser personas, ser familias, ser comunidades, verdaderamente, decentes. Por lo tanto es lo que nos hace vivir con dignidad, lo que nos define como ciudadanos. Es por esto que sólo los que nos quedamos podremos hacer que renazca, que vuelva y tendremos que hacerlo todos, por separado y también juntos. Deberemos sumar nuestras diferencias, deberemos asumir la responsabilidad de esta realidad y tendremos que comenzar por decir y actuar conforme a la verdad, quien dice la verdad hace la diferencia e inicia la transformación. Los que nos quedamos tendremos que dar la orden opuesta, que sería la de restituir el respeto por las instituciones, la del reconocimiento de la institucionalidad, el retorno de la legalidad, algo así como un decreto de repatriación del país. Tendremos que mantenernos limpios en medio de la suciedad, honestos en medio de la corrupción, incansables en la construcción de la paz en medio de la avasallante violencia. Tendemos que hacer emerger el país que queremos y merecemos de entre esto que hoy tenemos. ¿Cuál será la respuesta que daremos los venezolanos “no emigrantes” ante tal requerimiento?


Ahora entiendo por qué me ha costado tanto volver a este texto, continuarlo y concluirlo, tendré que dejar pasar más tiempo, seguiré en el camino, mientras voy haciendo mi parte. (02 de enero de 2017)

CARRERA PLANETARIA

CARRERA PLANETARIA


O COMO EL SOL LOGRÓ QUE LOS PLANETAS SE ALINEARAN

         Hace mucho, mucho, mucho tiempo los planetas andaban todos desordenados, fuera de órbita, hasta que al Sol se le ocurrió proponer una carrera. La primera en aceptar fue la Tierra, muy entusiasmada dijo: “Sí, sí, sí sí sí hagamos una carrera por la Ruta 66”. Ninguno entendió. Neptuno preguntó: ¿Ruta 66? ¿Qué es eso? La Tierra explicó: “La Ruta 66 es una carretera que cruza a un país llamado Estados Unidos, es muy famosa, hasta hay una película en su honor llamada Cars”. Plutón más confundido preguntó: “Y ¿cómo se supone que iremos todos a correr allí?, ¡te haríamos estallar¡¡¡¡” El Sol interviene para aclarar: “Todos estallarían. No irán a la Ruta 66, simularán que están allí, correrán en órbitas a mi alrededor.” “¿Y cómo sabremos quién gana?” Preguntó Júpiter. “Los que logren llegar más cerca de mí ganarán” Respondió el Sol.

         Todos decidieron conformar equipos de carrera, menos Plutón: “¡Yo no compito en equipo, yo voy solo¡” El equipo de los Planetas Terrestres fue el primero en conformarse “Mercurio, Venus, Marte y yo somos un equipo”. “¡El equipo ganador somos Saturno y yo¡¡¡¡ Dijo Júpiter. “¡Los Gigantes Helados venceremos a todos. Dígalo ahí Urano” “Está dicho Neptuno¡¡¡¡¡¡”

         La estrella de luz dice: “La carrera se hará el próximo lunes. Que gane el mejor equipo”

         Llegó el gran día de la carrera. Los satélites listos en los pits. La Luna era el jefe del equipo de los Planetas Terrestres, lucía genial con sus audífonos en su fase creciente. Los equipos listos para la carrera planetaria. Al sonar la campana el equipo terrestre tomó la delantera, seguido por los gaseosos, más atrás iban los gigantes helados. El más enano quedó al final, logró rebasar a los más fríos pero los vientos gaseosos y explosivos lo sacaron rápidamente de órbita.

         Júpiter y Saturno se aprovecharon de su enorme tamaño y decidieron utilizar sus pestilencias para ganar como sea, así tuvieran que hacer trampa. Júpiter dejó que Urano se acercara, le hizo creer que podía pasarlo, cuando estaba muy cerca lo ahogó con el más hediondo de todos sus vientos, así lo sacó de la carrera. Saturno utilizó sus anillos para bloquear a Neptuno y lanzándole un gas súper apestoso y explosivo le impidió seguir avanzando.

         Saturno tomó la delantera, ya estaba muy cerca de la Tierra, a Júpiter no le importó que fuera parte de su equipo diciendo: “Ah no, tú no irás delante de mí”, lo tomó por sus anillos y lo haló hacia atrás, Saturno quedó girando en la sexta órbita, pero perdió uno de sus anillos. Cuando la tierra se dio cuenta de lo que hizo Júpiter, decidió ayudar a Saturno a recuperar su anillo. La Luna le advierte “Si vas no ganarás la carrera”. “Si no lo ayudo, él perderá el equilibrio y eso nos perjudicará a todos” Le respondió la Tierra y animó a sus compañeros de equipo “Mercurio, Venus, Marte sigan adelante, ustedes pueden llegar a los primeros lugares”.  Marte que ya casi estaba cerquita del Sol decide ayudar a la Tierra.

         La Tierra alcanzó el anillo y Marte se lo colocó a Saturno, que ya estaba a punto de colapsar. Mientras la Luna ideó un plan para lograr que la Tierra, Marte y el resto del equipo terrestre llegaran más cerca del Sol dejando atrás al tramposo de Júpiter. Rápidamente les explicó lo que ella llamó el plan “C”. Mercurio y Venus salieron de sus órbitas para engañar a Júpiter, como creyó que había ganado decidió descansar un poco, en un descuido, la Tierra y Marte, lo rebasaron, ocuparon la tercera y cuarta órbita para frenar a Júpiter. Mercurio y Venus regresaron a sus órbitas quedando en el primer y segundo lugar.


       
      El Sol festejó al ver a todos los planetas alineados en sus órbitas a su alrededor. Como no aguantaba la curiosidad, le preguntó a la Luna qué significa la “C”. La Luna le contestó: “la “C” significa Cooperación, los equipos terrestres no sólo se ayudan entre ellos mismos, también ayudan a otro de un equipo contrario, más que ganar, es la carrera lo que más les importa y haber hecho bien su parte. La Tierra y Marte son verdaderos ganadores, aunque ninguno ocupe el primer lugar".


   Cursando Luis Tercer Grado, la maestra le asigna la tarea de crear un cuento. La historia debía estar relacionada con el tema del proyecto de aprendizaje: El Sistema Solar . Le pregunté a Luis, sobre qué hacemos el cuento, -carros, mama-.  Luis siente fascinación por los carros. La película Cars de Disney la ha visto un sin fin de veces, tiene cuentos con los personajes. Le tomé la palabra y listo, escogimos uno de esos cuentos para recrearlo, los planetas se tornaron carros, un poco de investigación sobre su alineación y constitución y, ¡partida¡, comenzó la carrera... Como dijera el gran tío Ramón, a puño de Luis, y letra de Marirrosa.


27 de mayo de dos mil quince